¿Por qué Estados Unidos no hace más para calmar la situación en Oriente Medio y promover negociaciones entre Ucrania y Rusia? Los diferentes análisis sostienen que la administración Biden está saliendo adelante con más pena que gloria. No tiene un gran plan o carece de la voluntad o los medios para disciplinar o dirigir a los ucranianos o a los israelíes. En consecuencia, está centrada principalmente en evitar una tercera guerra mundial. Se trataría de un triste testimonio del declive de la ambición hegemónica estadounidense.
A propósito, Adam Tooze, profesor de historia en la Universidad de Columbia, analista de la política exterior de Estados Unidos, propuso responder sus conjeturas mediante los siguientes interrogantes. ¿Qué pasa si la interpretación sobre el rol de Estados Unidos es demasiado benigna? ¿Se subestima la intencionalidad de Washington? ¿Las figuras clave de la administración Biden realmente ven esto como un momento que definirá la historia y una oportunidad para reconfigurar el equilibrio del poder mundial? ¿Estamos presenciando el giro de Estados Unidos hacia un revisionismo deliberado y amplio mediante una estrategia de tensión?
Los poderes revisionistas son aquellos que quieren cambiar el estado actual de las cosas. También puede significar un deseo de alterar el curso de los acontecimientos. Lo que nos hace intuir esta interpretación de la política exterior de Joe Biden es la agresión descarada de Rusia desde febrero de 2022 y de Hamás el 7 de octubre. En general, se considera que Occidente, liderado por Estados Unidos, es reactivo, no proactivo. Pero si nos centramos no en el proceso, sino en los resultados de la política estadounidense, parece plausible una interpretación diferente.
El gobierno de Donald Trump tuvo la exigencia de que Estados Unidos volviera a ser grande, esta visión fue literalmente revisionista. No le interesaban las reglas de juego existentes. Tiró por la ventana los tratados comerciales e impuso aranceles a China. “Estados Unidos primero” era el mantra. El equipo de Biden se jacta de su compromiso con un orden basado en reglas, pero en lo que respecta a la economía mundial y el ascenso de China, Biden ha sido tan agresivo como su predecesor.
Estados Unidos ha tratado de detener el desarrollo tecnológico de China. Para lograrlo, ha ejercido presión sobre aliados como los holandeses y los surcoreanos. Cuando la Organización Mundial del Comercio se atrevió a protestar contra los aranceles estadounidenses al acero, la reacción de la Casa Blanca fue despectiva. En Oriente Medio, la situación es aún más clara. Aquí tampoco el gobierno de Biden buscaba una escalada.
En los tres escenarios –China, Ucrania y Oriente Medio–, Estados Unidos afirmará que está respondiendo a la agresión, pero en lugar de trabajar de manera consecuente por el retorno al status quo, en realidad está aumentando las apuestas. Pero lo que está sucediendo no es simplemente salir adelante a duras penas. Primero, las presidencias de Trump y ahora, de Biden, están contribuyendo voluntariamente a la demolición controlada del orden posterior a la Guerra Fría de los años 1990. La elección presidencial de noviembre tiene una enorme importancia en términos de política exterior, para Estados Unidos y el resto del mundo.
POR: LUIS ELQUIS DIAZ.