El término esclavitud, en el mundo moderno, suele aplicarse a los débiles en la escala subsecuentes de una sociedad. También los dueños del poder son esclavos de su propio invento.
Pero la situación de una persona que carece de derechos de modo permanente, especialmente los fundamentales de igualdad y libertad, por ejercer un tercero sobre ella todos o algunos de los atributos del derecho de propiedad, reduciéndola a la condición de objeto, es el verdadero significado.
Con un sol canicular de las dos de la tarde en la región norte del país, por ejemplo, sería un trato inhumano poner a un obrero con pico al hombro a hacer una excavación en un suelo donde la dureza del mismo es casi comparable con cualquier metal de la categoría del hierro. Estas son las corbaticas políticas que en otros tiempos conseguía cualquier obrero común de construcción o del trabajo de campo en los quehaceres y contrataciones cotidianas. No hay derecho que las remuneraciones no estén de acuerdo con el esfuerzo corporal cuando un arte u oficio no va más allá de lo común y la persona solo a su fuerza corporal puede acudir para ganarse la vida. Allá los analíticos de la responsabilidad social que nos ocupa, no tengan en cuenta estos detalles para tasar una remuneración más que justa, ya que en donde hay ignorancia, por lo menos se tenga en cuenta el esfuerzo.
La esclavitud en términos antiguos y aún actuales, pues no se ha logrado erradicar, es la posesión de una persona como propiedad, especialmente en lo que respecta a su trabajo. Es el estado de una persona sometida a servidumbre forzosa por otros, que hoy día se disfraza bajo formas que atentan contra la dignidad humana y se ocultan baja actitudes de benevolencias y favores pagos. Quien cobra los favores siempre estará conduciendo al hombre a la esclavitud.
La trata de personas, el trabajo infantil, el reclutamiento forzoso de niños para la guerra y la servidumbre por deudas son algunos de los ejemplos en la vida cotidiana.
Son las formas de la esclavitud disimulada contemporáneas. Estas formas modernas de esclavitud pueden ser menos visibles que las del pasado.
Las jerarquías en la esclavitud disimulada tienen el efecto dominó, siendo los responsables de ella las esferas más altas de las aristocracias, pues no por falta de justicia, sino por carencia de los recursos necesarios de quien la recibe en su orden secuencial porque no ha sido bien pago, no puede aplicar los principios de equidad como es debido hasta llegar a su punto más bajo en donde los efectos se manifiestan con tanta notoriedad que da paso a la miseria inmediata, que ataca por doquier sin piedad alguna.
La creencia de que la esclavitud era un estigma en la raza negra es totalmente falsa, pues analizada la historia de la humanidad ha atacado sin piedad a todas las etnias. Donde hay aristocracia y no hay espíritu de nobleza y tampoco el sentido de la humildad con la sensatez, las escalas de la esclavitud siempre estarán presentes, sino hay una evaluación consciente del trabajo digno dada su naturaleza. Indudablemente las escalas jerárquicas son fundamentales en una sociedad, lo que no implica maltrato, desconsideración económica y lo peor de todo, humillación; siendo esta última la causa de los resentimientos sociales.
Humillar significa ofender la dignidad de una persona, pero no solo ello ofende tanto como el desprecio, la indiferencia y el sentimiento al tratar de desconocerle a la persona sus valores morales y sus derechos humanos.
La esclavitud es fundamental en cualquier orden jerárquico, pero entendida en el sentido de acatamiento gerencial donde la compensación moral y económica, por ejemplo, disuelven el término a la escala de los conocimientos en la realización de una actividad. Todos nos volvemos esclavos de nuestro trabajo, cuando lo hacemos con gusto y con amor y más aún cuando es bien remunerado y esto nos conduce al bienestar social. Y no es la cantidad de remuneración que alcancemos lo que da el goce, sino aquella que nos permite satisfacer nuestras necesidades básicas y nos sobre algo para repartir, no como dádivas a los demás, sino con la creación de nuevas fuentes de trabajo.
Como va la humanidad en este mundo, a veces no se sabe qué es mejor y preferible, si la libertad expuesta al dominio del autoritarismo, o el sosiego y tranquilidad a que nos puede someter una sociedad esclavista gobernada por los mejores, cuando el miedo nos atrapa. Lo importante es lograr que las dictaduras en los sistemas políticos no sean lo más temible para las esclavitudes simuladas. Hay que impedirlas.
Por Fausto Cotes N.