Con el tema de la pandemia y las medidas sanitarias que se han implementado para desacelerar su propagación, y evitar el colapso de los centros asistenciales, nos ha tocado trabajar desde nuestros hogares y abordar el tema de la tecnología como única forma de poder cumplir con nuestras tareas.
Es así como de un tiempo para acá, el comedor de la casa pasó a convertirse en mesa de trabajo, donde mis hijos Viky y Fer, se conectan a la plataforma a fin de recibir sus clases virtuales en tiempo real; por su parte, Ximena, mi esposa, se conecta a la plataforma para impartir clases a sus alumnos de la Institución Educativa Loperena, sede Santo Domingo, y a mí me toca refugiarme en mi cuarto, donde tengo una cómoda poltrona y conectarme con el Juzgado de Familia, para tomar parte de las audiencias de conciliación.
De tal manera que, si alguien llegara de visita, encontrará que somos unos entes de cuerpo presente, pero nuestra atención está en otra parte, y si escucha cuidadosamente lo que expresamos, notará que Viky, está en el tema de los fraccionarios, mi esposa en el tema de mayor, igual o menor que, mientras que yo estoy en los alegatos de conclusión; para que se entienda mejor: Es la réplica exacta del relato bíblico de la Torre de Babel.
Todo esto como consecuencia del coronavirus, que ha suscitado inesperados cambios en nuestro modo de vida ¿Que si estábamos preparados? Creo que nadie lo estaba, y nos tocó meternos en la era de la virtualidad, ir aprendiendo sobre la marcha, todo ello en un abrir y cerrar de ojos ¿Cuáles son las ventajas de este abrupto cambio de vida? Pues una vez terminada la jornada, hay más tiempo para agradecer a Dios por las bendiciones recibidas y para compartir en familia. Lo otro, es que nos hemos dado cuenta de que la familia es lo verdaderamente importante. El trabajo es necesario, pero la familia es nuestra razón de ser.
No se sabe cuándo termine este confinamiento, pero lo que sí es seguro, es que la era de la virtualidad llegó para quedarse. Ya las transacciones bancarias las podemos hacer desde nuestro dispositivo, el pago de los servicios públicos domiciliarios, además podemos comprar: tiquetes aéreos, medicamentos, libros, alimentos desde la comodidad de nuestro hogar. Esto no es nuevo, pero la pandemia nos ha obligado a hacer uso de la tecnología.
Las audiencias que antes solían hacerse de manera presencial, ahora es cuestión de hacer una llamada y de inmediato se le asigna una fecha y el funcionario que la va atender virtualmente. Ahora las consultas médicas se hacen a distancia. En fin, pasamos de las cálidas relaciones humanas a las interacciones frías y distantes, y he aquí lo negativo de la virtualidad, cada vez nos deshumanizamos más, y tendemos a convertirnos en robots. Aquí es donde cabe hacernos la siguiente reflexión: ¿El hombre es dueño de la tecnología, o la tecnología se adueñó del hombre?
Notas de cierre: 1-Este es un acertijo no tan difícil de resolver: Hay un personaje siniestro detrás de estos nombres: Diego Palacio Betancourt, Sabas Pretelt de la Vega, Yidis Medina Padilla, Jorge Noguera Cotes, María del Pilar Hurtado Afanador, Andrés Felipe Arias Leiva, Mario Uribe Escobar, Mauricio Santoyo Velasco, Bernardo Moreno y Rito Alejo Del Río Rojas. 2- Finalmente abrieron las Iglesias, bien por Valledupar, bien por los feligreses, y bien por el alcalde. darioarregoces@hotmail.com