La crisis sanitaria por la que atravesamos, a causa del coronavirus, nos plantea un gran dilema: “¿La economía debe estar en función del hombre, o el hombre en función de la economía?” Para contestar este interrogante, es necesario entender que la economía se define como la ciencia que se encarga del estudio de la producción, distribución y consumo de bienes básicos (salud, vivienda, alimentos, educación etc.) con la finalidad de optimizarlos para generar bienestar social. En ese orden de ideas, fácil resulta concluir que, la correcta ecuación es que la economía debe estar al servicio del hombre y no a la inversa. Empero, las políticas que se generan en la optimización de los bienes escasos, como créditos que los países en crisis solicitan a la banca multilateral, dan la impresión que sus políticas no están encaminadas a favorecer a quienes lo necesitan. Tomemos por ejemplo el Fondo Monetario Internacional (FMI) para muchos países clientes, obtener préstamos con el FMI no es otra cosa que entregar la soberanía de la nación y sufrir estoicamente el sometimiento a insensibles condicionamientos que propenden por la austeridad fiscal y liberalización de mercados, que en muchas ocasiones se traducen en recesión. Recesión que deja al país cliente más pobre, y con más deudas. La ecuación se invierte.
Ahora bien, en el plano doméstico el crédito bancario se dirige a quienes demuestren tener un sólido respaldo económico. En otras palabras, a quienes no lo necesitan; pero si el sector financiero entra en crisis como ocurrió en 1997, inmediatamente el Gobierno entra a inyectarle dinero, dinero que obtiene a través de “impuestos temporales” como el 4 por mil. No obstante, los superávits que arroja el sector financiero no se socializan, situación que evidencia una total inequidad social; aquí también la ecuación se invierte, algo así como la ley del embudo. Es más, el bache que se produce por la falta de crédito por parte del sector financiero es aprovechado impunemente por el llamado crédito informal -“pago diario” o “gota a gota”-, que a su vez genera situaciones de usura, conducta descrita en nuestro Código Penal, y que no es más que un saludo a la bandera.
En la actual crisis sanitaria, son muchas las personas y entidades privadas de buen corazón que han hecho donaciones significativas, a sectores vulnerables. Colombia espera pacientemente los donativos del sector financiero. Sería bueno recordarles que es la economía la que debe estar en función del ser humano y no al revés.
Nota de cierre: Sinceras condolencias a la familia Baute Arias, por el sensible fallecimiento de nuestro querido primo Richard. Que Dios lo tenga en su gloria.