Nos parece pertinente recordar o retransmitir esta reflexión que todos debemos conocer. Decir, entonces, de salida, que la humanidad necesita para este siglo y los venideros una economía que esté en armonía con los sistemas naturales que soportan la Tierra.
Ya se viene recalcando que la economía basada en los combustibles fósiles, en los automóviles y productos desechables, que evolucionó en las sociedades industrializadas de occidente, no es un modelo viable, no lo es para los países que la desarrollaron ni para aquellos que tratan de emularlos. En pocas palabras, necesitamos construir una nueva economía, una que se potencialice con las fuentes libres de carbono, como la energía eólica, solar y la geotérmica, que tenga un sistema de transporte diversificado, que recicle, reutilice, repare, refabrique todo, entre otros.
Se ha venido diciendo que es preciso cambiar de curso y podemos movernos a un nuevo sendero con progreso sostenible, pero esto requiere una movilización masiva. Esta alternativa aplica estabilizar el clima, erradicar la pobreza y restaurar los sistemas naturales que soportan nuestra economía.
Para que se dé lo anterior no hay que poner en riesgo la estabilidad físcal de largo plazo, se necesita un mercado que diga la verdad, que tengamos precios de mercado que reflejen el costo total por el consumo de gasolina, por ejemplo, el carbón o por deforestación, o por la sobrecarga de los acuíferos, o por la sobrepesca, es decir, crear una economía racional, por lo que también podemos ser capaces de crear un mercado honesto, con unos precios que reflejen un costo total real.
La clave para esta restructuración económica es lograr que el mercado diga la verdad, incluyendo todos los costos de los precios, por ejemplo, esto significa imponer un impuesto al carbón que refleje el costo total del consumo de combustibles fósiles que puede ser recompensado con impuesto a la renta.
Como estamos hablando en el mundo de moverse hacia el sendero sostenible requerimos de economistas que nos calculen los costos indirectos y que trabajen con los líderes políticos y empresariales para incorporar estos costos en los precios del mercado, mediante la reestructuración de todos los impuestos. Todo lo expresado requiere, además, de la ayuda de otras disciplinas como lo es la ecología, la meteorología, agronomía, hidrología y demografía.
Por otra parte, para el caso colombiano en concreto, debemos darle estricta aplicación a las normas ambientales existentes, así como la reciente ley de Delitos Ambientales, ley que de ser bien aplicada serviría de mucho a nuestro medioambiente sano que tanto se quiere.
NOTA IMPORTANTE: Recomendamos especialmente a los señores alcaldes que hagan uso de la Ley 152 de 1994 como instrumento de planificación, desarrollo económico y social y la gestión ambiental, que entre otras, autoriza elaborar proyectos a las administraciones para ejecutar en 4 años.
Nos referimos a lo establecido para los planes de desarrollo. La ley no establece limitación alguna para modificar los planes de desarrollo, por lo que es posible deducir que las entidades territoriales podrán modificar en todo momento, pero obvio, surtiendo los procedimientos necesarios para su aprobación en aras del principio de planeación. Esta reflexión va con motivo del cambio climático, que requiere hacer muchos proyectos en lo ambiental apuntado a la adaptación y resiliencia de sus habitantes.