Se escuchan voces de impotencia, de pesimismo ante políticas educativas mediocres y ante el panorama oscuro con que la ministra de educación y el presidente Santos, han decidido pintar la educación actual en Colombia. 320 mil docentes, según cifra de la ministra, cumplen más de un mes en cese de actividades y con ellos más de 8 millones de niños en todo el país se encuentran sin recibir clases. Que es a ellos a quienes perjudican, que no se ve la calidad en la educación en respuesta a lo que exigen, es lo que se escucha por parte del gobierno y sus simpatizantes. Los docentes por su parte, mantienen firme su posición de no recibir migajas por parte del gobierno.
“No es solo un tema salarial, se exige alimentación escolar de calidad, transporte e infraestructura para los niños. Luchamos por la calidad de la educación en Colombia”, dijo el presidente de la federación de educadores, Carlos Rivas.
El panorama en lo local, como en todo el país, no se observa bien, las marchas, los plantones, las voces de protestas se escuchan en todos los escenarios, “Por la dignificación de la educación pública en Colombia” Ésta arenga se le escuchó en la marcha y en los medios a mi amiga docente Martha Navarro, en una de esas tantas marchas que adelantan hoy por hoy los maestros. Alzó su voz, para exigir lo obvio, eso tan obvio que no se cumple. Del alma salió ese gritó, y es entendible, todos queremos una educación digna, en donde se demuestre que en Colombia primero está la formación del pueblo; con excelentes maestros, bien capacitados y sobre todo bien pagos.
Hoy esos docente que salen a las calles a marchar, son tildados de irresponsables y culpados, además, por que los niños pierden tiempo y están en la casa “creándole problemas a los padres de familia”. Escuchan amenazas de no pago por parte del propio presidente. Nada tan infame como esto.
El presidente Santos aseguró que el gobierno le hizo a Fecode “una serie de propuestas” que no han sido aceptadas por los docentes y añadió “estamos al límite, no podemos ofrecer más porque no tenemos más recursos”. La pregunta es, ¿al límite de qué?
Es “normal” que en este país el apoyo a la guerra sea más importante que la educación; “muy normal además”, que las ratas golpeen el tesoro público; billones de pesos se pueden contar en dos o tres obras que nunca terminan, la plata se pierde y las obras también; justamente es ahí donde el análisis se vuelve cruel, para la educación no hay recursos. Tan evidente que nos toca, además, asumir el sarcasmo mediocre del presidente vecino arengando ante sus súbditos “para la educación en Colombia no hay plata, pero para la corrupción y la oligarquía sí hay plata”.
Maduro preguntó ¿Ese es el modelo que ustedes quieren, el colombiano? Cada quien en lo suyo”. Hasta razón le asiste en este concepto al Maduro presidente. “Maestros de Colombia uníos por vuestra reivindicación carajo” adelante que ya nos acostumbramos a que todo en este país es a la fuerza.
Solo eso.
Eduardo Santos Ortega Vergara.