Se han vuelto repetitivos los titulares de prensa en torno al tema de la desnutrición infantil en el departamento del Cesar.
Cada vez que las entidades correspondientes realizan informes, sobre la situación de desnutrición infantil, el Cesar siempre aparece en los primeros lugares de la costa Caribe y también del país.
Esa situación se viene registrando en los últimos ocho años o más, se observa que los titulares de prensa de ayer son idénticos a los de hoy: “El Cesar es el tercer departamento con más niños desnutridos”.
Ese mismo titular se registró esta semana y pareciera que en el Cesar las entidades competentes se hubiesen resignado a mantener a los niños de estratos inferiores, o de zonas consideradas de población vulnerable, en mal estado alimenticio.
En el reciente mes de enero la Defensoría del Pueblo reveló las cifras que se presentaron en algunos departamentos del país con muertes de niños por desnutrición y enfermedades asociadas. En ese entonces La Guajira aparecía con el mayor número de muertes notificadas con 85 casos, seguido por Chocó con 35, Cesar con 25, Bolívar 24, Magdalena 23, Valle del Cauca 17, Antioquia 10, Atlántico 10, Meta 10 y Vichada 9.
Claro está que la situación es preocupante en todo el país y son diversos los factores que intervienen en cada región de Colombia, pero inquieta de manera especial que en departamentos como el Cesar y La Guajira los índices de desnutrición infantil no ceden y se mantienen las cifras pese a los distintos programas y acciones que a menudo se anuncian y promocionan por parte del Gobierno nacional.
Por ejemplo, en el departamento del Cesar ese fenómeno esta sobrediagnosticado y en reiteradas ocasiones se han emitido las recomendaciones puntuales para superarlo, no obstante, siguen presentándose casos de muertes de niños por falta de una adecuada alimentación.
Según la Unicef, la alimentación de mala calidad es hoy en día uno de los mayores obstáculos para la supervivencia, el crecimiento, el desarrollo y el aprendizaje de los niños y niñas. Los riesgos son más graves durante los dos primeros años de vida, cuando una ingesta insuficiente de nutrientes puede causar un daño irreversible en el cuerpo y el cerebro de los niños, que se encuentran en un rápido proceso de crecimiento, y limitar su potencial para crecer, desarrollarse y aprender durante su infancia y obtener unos ingresos decentes en la edad adulta.
Por ello la Unicef recomienda a las autoridades competentes encontrarles respuestas a los siguientes interrogantes: ¿Qué comen los niños de 6 a 23 meses en todo el mundo, y cuándo y cómo lo hacen? ¿Se han producido mejoras a lo largo de los años? ¿Cuáles son los principales obstáculos que impiden a los cuidadores y a las familias alimentar a los niños pequeños con alimentos nutritivos, sanos y adaptados a su edad? ¿Cómo podemos transformar los sistemas, entre ellos los sistemas de alimentación, salud y protección social, para eliminar estos obstáculos y apoyar mejor a los cuidadores y las familias?