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La desatención de los pacientes un fenómeno creciente

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Por: José Romero Churio

El miércoles pasado, Aquilino Cotes Zuleta, en su columna, describe detalladamente el calvario de los pacientes  programados para cirugías en Valledupar; donde,  el día que les corresponde operarse, sin consideración alguna, son sometidos a una larga y fatigante espera que,  en verdad, la aguantan por el afán en solucionar sus problemas de salud.
Plantea una serie de interrogantes, por qué las clínicas y el hospital de la ciudad fallan tanto en el cumplimiento de una programación fijada con gran antelación, también demanda un trato digno e igual para todos los pacientes.
Advierte a las secretarías de salud Municipal y Departamental, que como entes de vigilancia y control, deberían ser más rigurosas, para que las cirugías programadas no sigan siendo “el paseo de la muerte”.
Trae a colación la declaración a los medios, de la directora de calidad del Ministerio de Salud, quien afirma que muchas cirugías programadas en Colombia, no se realizan por deficiencias hospitalarias o porque al médico se le cruzan actividades en diferentes sitios de trabajo.
Mi conocimiento del tema, me anima a manifestar algunas consideraciones al respecto, no con el propósito de polemizar ni defender a mis colegas cirujanos y a las instituciones hospitalarias, sino para aportar información que tal vez mucha gente desconoce.

Inicio con el martirio sufrido por los pacientes mientras llega la fecha de la cirugía, pues, el inquieto columnista, dice: “…La tortura para un paciente de cirugía programada comienza el mismo día que le hace la programación el médico o la entidad…”.
En realidad, se queda corto, al olvidar el viacrucis previo, en el espantoso y prolongado trámite para conseguir la autorización de los procedimientos quirúrgicos en las EPS y otras entidades intermediarias. Entretanto, a menudo, algunos pacientes son operados de urgencias, debido a complicaciones de las enfermedades por las cuales están programados, situación que pone en mayor riesgo sus vidas y sus recuperaciones salen más costosas al sistema de salud.
Así como las entidades de vigilancia y control y de calidad supervisan la prestación de los servicios de salud, a la vez deben fiscalizar el pago oportuno por las EPS y otras empresas aseguradoras, ya que cuyas moras reiteradas son el factor principal de las insolvencias hospitalarias y de que los cirujanosincumplan el horario de las cirugías programadas, ya que les toca rebuscarse operando en varias partes y atendiendo otros pacientes en sus consultorios.

No sé si la mencionada directora de calidad del Ministerio de Salud, está en este puesto por mérito -ojalá fuera así-, pero lo usual en nuestro país es por clientelismo burocrático y, por ende, tales funcionarios fustigan las consecuencias y no las causas.
Mientras los médicos y demás profesionales de la salud tengan salarios por debajo de lo merecido, jamás y nunca, los pacientes  comunes y corrientes tendrán atención con trato digno e igual a los que tienen privilegios, lo que, lamentablemente, desvirtúa el ejercicio de la medicina y su fin primordial: que es la conservación de la humanidad con buena salud sin discriminación.
Desde la implantación de la ley 100 de 1993, la desatención de los pacientes es un fenómeno creciente, porque a la salud la convirtió en un negocio que beneficia los bolsillos de los políticos, puesto que, la atención subsidiada por el Estado y el subsidio a la oferta para atender la salud de los pobres no asegurados los manejan los congresistas, los gobernadores y los alcaldes, además, los congresistas también participan en la intermediación del Régimen Contributivo ¿Será por esto que no le hacen reforma de fondo a la ley 100? La respuesta se la dejo a los lectores.

PD: Felicitaciones a la pediatra Paulina Daza de Martínez, comparto el regocijo con su esposo, hijos y nietos, por el homenaje que le brindó la  Sociedad Colombiana de Pediatría, al que se agregaron la Gobernación y la Asamblea del Cesar; asimismo, la alcaldía de Valledupar. Reconocimiento bien ganado en el ejercicio serio de la medicina durante 40 años consecutivos.

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