Permítanme, queridos lectores, adentrarme en ese complejo lagunar del departamento del Cesar inmerso en la Depresión Momposina, tema necesario de aclarar y ampliar habida cuenta que, por lo general, creemos que la Depresión Momposina solo se circunscribe a la isla de Mompox.
La realidad es que esta hondonada o depresión extensa llega hasta más allá de la ciénaga de La Zapatosa, incluyendo los pueblos del río Grande de la Magdalena: Gamarra, La Gloria, Pelaya (corregimientos de San Bernardo y Costilla a orillas de la hermosa ciénaga de La Sahaya), le sigue Tamalameque, el que también hace parte del complejo lagunar de la Zapatosa, lo mismo que Pailitas, Curumaní, Chiriguaná y Chimichagua, pero que en “los mitos fundacionales” del departamento del Cesar se cuenta la historia empequeñeciendo la de sus municipios y magnificando la de la capital.
Creo que es hora de dar otra mirada y otra interpretación a ello. Partamos del Tamalameque histórico que cubría extenso territorio, tal que lo que hoy son los municipios de Chimichagua, Chiriguaná, El Paso, La Jagua de Ibirico, Curumaní, Pailitas, Pelaya y Astrea, estaban comprendidos en su territorialidad.
DOCUMENTACIÓN
Lo aclararemos de aquí en adelante. Ismael Medina Lima,en su libro ‘Mi Chimichagua de ayer’, registra que “Juan de Dios Fonseca, presbítero y cura interino de los sitios de San Vicente Ferrer de la Nueva Saloa y Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Chimichagua anotaba que: (…) en el gobierno del Excelentísimo Señor Eslava, Virrey que fue de éste Nuevo Reino, se hallaba este sitio de San Vicente situado con corto número de vecinos en la sabana del Empalagado, jurisdicción del municipio de Tamalameque, en suma desdicha por no tener comercio alguno, motivo por el cual el señor Mariscal de Campo Don José Fernando de Mier y Guerra, del Orden y Caballería de Santiago, vecino de la Villa de Mompox, por cuya cuenta corren las nuevas fundaciones y adelantamientos de sus agregaciones en ésta provincia de Santa Marta, lo hizo trasladar a las orillas del río Cesar en el mismo puerto de Saloa”.
Muchos años después, de la Chimichagua independiente se segregó el municipio de Astrea, el 26 de noviembre de 1984, mediante la ordenanza No. 0013 emanada de la Asamblea del Departamento del Cesar.
Juan Mejía Gómez, en su libro ‘Chiriguaná Ayer, hoy y mañana’, cita que este pueblo declaró su independencia cuando en Junta del pueblo plebe menor hizo comparecer a la junta de blancos y ahí proclamaron el 14 de septiembre de 1810 absoluta independencia de la ciudad de Tamalameque.
Si aplicamos un pequeño razonamiento lógico vemos con claridad que si Tamalameque englobaba a Chiriguaná dentro de su territorio, englobaba entonces lo que hoy y es el municipio de El Paso, pues este se segregó de Chiriguaná el 29 de noviembre de 1979, siendo elevado a la categoría de municipio mediante la Ordenanza N° 029 de la fecha citada, dejada sin efectos por el Consejo de Estado.
En el año de 1989 se erige nuevamente municipio a través de la Ordenanza N° 004 del 1 de noviembre de 1989. Lo mismo ocurrió con el municipio de La Jagua de Ibirico, segregado de Chiriguaná cuando fue erigido municipio mediante ordenanza No. 005 de 1979; y el municipio de Curumaní, elevado a la categoría de municipio mediante la Ordenanza No. 036 del 16 de noviembre de 1965.
El municipio de Pailitas fue segregado de Tamalameque el 28 de noviembre de 1968, según Ordenanza número 038 de la Asamblea Departamental del Cesar. Lo mismo ocurrió con el municipio de Pelaya, el que fue segregado de Tamalameque mediante la Ordenanza número 006 de noviembre 25 de 1980. Ordenanza esta que se cayó debido a providencia del Tribunal de lo Contencioso Administrativo del Cesar. Tres años después, la Ordenanza número 004 de noviembre de 1983 crea al municipio; años después el corregimiento de San Bernardo, mediante consulta popular, pidió ser anexado al municipio de Pelaya.
Con estos elementos podemos discernir que ‘El país vallenato’ es una teoría reforzadora de los mitos fundacionales, pero que visto a la luz de lo descrito sobre Tamalameque tambalea la veracidad del mismo, ya que más de un tercio del departamento del Cesar actual era regido por Tamalameque; ello hace entendible el por qué estos municipios, en tan extensa territorialidad, no son vallenatos, son del río y de la ciénaga, así es fácil la comprensión de por qué tenemos otra cultura, otras costumbres y otras tradiciones y sobre todo por qué sus gentes se parecen tanto, en el comportamiento, el trato y, en fin, su idiosincrasia.
OLVIDAN QUE…
Lo anterior permite comprender por qué lo nuestro son las tamboras y no la música de acordeón; tal vez esta exposición fugaz permita entender por qué defendemos férreamente nuestra cultura y no aceptamos imposición de cultura foránea.
Estas son, entre otras, las razones por las que discrepemos de algunos conceptos que a fuerza de ser repetidos se han dado como dogmas de fe: tal como que el Valle de Upar llegaba hasta el río, olvidando que somos una hondonada que está conectada a la Depresión Momposina.
Olvidan, además, que Tamalameque territorialmente tenía una expansión tal vez mayor y más importante que la de Valledupar. Por último, es un hecho innegable y lo reconocemos: somos cesarenses, pero no vallenatos, nos gusta la música de acordeón, la parrandeamos, nos gustan algunos cantos y nos agrada la producción de algunos conjuntos y compositores de la música de acordeón, pero lo nuestro son las tamboras.