En la medida que se recorta más el tiempo para las elecciones del mes de octubre, la contienda electoral va poniéndose más interesante y a su vez creando más expectativa frente al desesperado elector, quien ve siempre en las elecciones la oportunidad de castigar los malos gobiernos.
Hasta ahora parece haberse definido varios candidatos a la Alcaldía de Valledupar y también a la gobernación del Cesar, quienes se encuentran afinando sus rebuscados discursos cargados de promesas y buenas intenciones como siempre.
En lo que atañe a la contienda electoral por llegar al primer cargo de la ciudad de Valledupar, muy seguramente tendremos candidatos que hablarán sobre la necesidad de mejorar la movilidad urbana, hacer algo para bajar los índices de inseguridad, mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta localidad; algunos se proclamarán como defensores del medio ambiente; otros por el contrario les preocupará la salud y la calidad de la educación de los valduparenses; mientras que otros, enfocarán su discurso en la construcción de vivienda de interés social y la mejora de los servicios públicos y seguramente los pocos que entienden de ciencias económicas prometerán adelantar acciones para disminuir la tasa de desempleo y controlar el gasto público con políticas fiscales hacendistas.
Por eso creo que poco debe impórtale al votante el manejo de imagen de los candidatos si son feos o bien parecidos, la extravagante publicidad y las alianzas de partidos políticos o familiares; pues a los votantes nos debe interesar ante nada, que la elección no es solamente un momento para elegir, sino para decidir sobre el futuro de nuestro municipio; entender que votar más que un derecho es un deber que tenemos para construir democracia, para construir cuidad, para construir sociedad y de paso, manifestar que los intereses generales de todo un pueblo están por encima de cualquier interés particular.
Soy un convencido que la decisión sobre el voto está relacionada con nuestras propias vidas, con lo que soñamos, con lo que queremos, con lo que nos merecemos, por eso comparto plenamente con lo que dijera alguna vez Antanas Mockus al hablar del voto vital: Amarás tu voto como expresión de tu fuerza vital, no venderás tu voto, votarás en tu pueblo para incidir en él, votarás con criterio, no te dejarás engañar ni seducir ni emocionar, etc. En otras palabras, la decisión del voto debe estar soportada, no únicamente por las encuestas y la alta popularidad de los candidatos influenciada y manipulada muchas veces por los medios de comunicación, sino en todo aquello que representan en realidad los candidatos; esto es, qué han hecho, qué prometen hacer, cómo lo van hacer, cuándo lo van hacer, esto sumado a sus valores y cualidades como seres humanos; pues con esta leve mirada evidenciaremos sus verdaderas potencialidades como candidatos y el compromiso por su ciudad; claro está, los malos candidatos seguirán siendo malos así se declaren defensores de las clases sociales; los ineficientes seguirán siéndolo así tengan títulos universitarios sofisticados que respalden su nombre y los de naturaleza corrupta seguirán siendo corruptos así hagan vanos juramentos o pactos de transparencia y lealtad ante Dios y sus madrecitas.