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La dama ángel de los perros

Creo que la gran mayoría delos seres humanos de una u otra manera, en menor o mayor cuantía, somos amantes de los animales. Toda la vida he tenido mascotas, principalmente perros, que generalmente son las mascotas preferidas. Hay muchas personas que tienen una afinidad especial por los animales, porque los aman de una manera muy especial, yo particularmente estoy en contra de cualquier maltrato animal, incluso me declaro enemigo de la crueldad de las corridas de toro, y de las riñas de gallos, muy a pesar de ser hijo de un criador de gallos finos y gallero por excelencia, como lo fue mi padre, muchas veces fui a las galleras con él, y no voy a negar que disfruté en su momento de ese “deporte” tan arraigado en el caribe, hoy día no me gusta, aunque respeto a mis amigos galleros (que son muchos) y a todos en general. Sufro mucho con los caballos de los carros de mulas, cuando la carreta es de dos llantas, sobre todo cuando los veo que son de dos llantas, en donde el animal hace un trabajo doble, pues no solo tira, sino que carga todo el peso básicamente, a veces me provoca decirle a los carromuleros el mal que están haciendo y que cómo no va a cuidar del animalito que les da para producir su sustento. Me da mucho dolor cuando veo eso caballitos cargando una pesada carreta llena de escombros o ladrillos.

Este artículo de hoy es dedicado a los amantes de la naturaleza y de los animales en general, tengo una cuñada, Ingrid Paola Jiménez, que es una amante empedernida de los animalitos, en especial de los perros; anteriormente yo le criticaba ese cariño “excesivo” (nunca lo será) y hasta “obsesivo”, lo hacía porque veía que ella gastaba mucho dinero comprándole alimento a los perros callejeros, habiendo tanta gente necesitada, pero pensando en el asunto caí en cuenta de que todas las criaturas de Dios tienen derecho a la caridad y la misericordia, y que así como hay personas que ayudan al prójimo, deben existir personas que ayuden a los animales, pues ellos también necesitan.

Con el transcurrir del tiempo y viendo todo lo que ella hace, hoy día me retracto, y en lo que la pueda apoyar la apoyo, así como lo hace mi hermano, su esposo Ricardo, y toda su familia, que son sus “cómplices” en esta noble gesta. Ingrid no escatima en gastos cuando se trata de alimentar a los perritos callejeros: Fantasma, La Negra, Solo, Calla, son entre otros animalitos de los que ella se ha convertido en su protectora, alimentándolos, llevándolos al veterinario y dándoles cariño. A estos animalitos lo único que les falta es poder hablar, su inteligencia es asombrosa, la ternura que inspiran también, por eso se hace fácil quererlos y encariñarse con ellos, al igual que mi querida cuñada hay muchas personas en Valledupar, que se dedican a esta loable y admirable tarea, y su sueño es algún día poder tener un albergue o refugio para perros abandonados.

Conozco muchos casos de gente con la misma labor, me dicen que al balneario Hurtado va todos los días un taxista a llevarle alimentos a los perritos desamparados que allí viven y así como este señor hay mucho más, los cuales ojalá y sean apoyados e imitados.

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