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La cura

Hay gente que nace para vivir aventuras extraordinarias y descubrir cosas inimaginables, lamentablemente, la mayoría de personas se acostumbran a vivir de manera monótona y rutinaria; creí que mi vida sería así, pero ahora veo que estaba muy equivocada.

Los rayos del sol inundaban toda la habitación con su brillante y cegadora luz. Me desperté como un día cualquiera y me dispuse a seguir la ya acostumbrada rutina. Transcurrió la mañana con una velocidad vertiginosa y finalmente me dispuse a tomar mis clases en la escuela. Todo lucía normal, estuvieron presentes las carcajadas, los bullicios, el silencio sepulcral de una clase y la pereza de la tarde; pasaron los minutos y las horas, sin darme cuenta la jornada había terminado y me dirigía de vuelta hacia mi hogar.

Era una noche agradable, el viento soplaba y los árboles se movían de un lado a otro, no había nada allí que me pusiera bajo sospecha, o eso creí. Sentí unos pasos detrás de mí, eran rápidos y ruidosos, volteé por inercia y fue allí en donde noté que tres hombres me estaban siguiendo. Aceleré el paso y ellos imitaron mi acto, en un intento desesperado por huir aumenté progresivamente la velocidad y comencé a correr, sin embargo, mis piernas abrumadas por la fatiga fueron incapaces de seguir el ritmo, en cuestión de segundos caí y era demasiado tarde, ellos habían llegado y mi fin era inminente…O eso creí.

Los días van y vienen, mi percepción del tiempo está atrofiada, lo único de lo que soy consciente es que estamos atrapados en este lugar, los demás chicos y yo no somos más que sus conejillos de india; sacian sus macabros deseos con la excusa de buscar la tan anhelada “cura de todos los males”. Según las investigaciones de Oliver (el sujeto 14 y el segundo más fructífero de todo el experimento), nos encontramos dentro de un laboratorio subterráneo. Los científicos experimentan con jóvenes candidatos para comprender el origen de su inmunidad por medio de sus genes.

Luego de meses de observación, es la hora. El plan está listo, Oliver y los demás chicos están en sus posiciones, es hora de reclamar nuestra libertad y poner fin a esta tortura. No sabemos exactamente dónde estamos ni a dónde iremos, tal vez buscamos respuestas en un camino sin fin; aun así, hay algo de lo que estoy segura, somos la cura; la solución y también la destrucción. Nuestro deber es proteger la vida de quienes son víctimas del mal. No importa cuánto me cueste, soy su líder y lucharé con mi vida si es necesario.

Autor: Jholanys Teresa Ruíz Mejía – Institución Educativa Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo, INSTPECAM.

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