X

La Cumbre climática mundial: el impacto sobre la ganadería

No deja de sorprender la evolución de los efectos de las políticas ambientales derivadas de la cumbre climática, realizada la semana anterior, sobre las actividades económicas del departamento del Cesar. Aunque esos impactos no serán inmediatos, en los próximos años sí tendrán influencia sobre la ocupación del área rural, su tipo de ocupación, entre otros. 

Se  ha llegado, dentro del marco de la Cumbre climática de Glasgow, a un gran Acuerdo promovido por la Unión Europea y Estados Unidos y suscrito por más de 100 países, para reducir las emisiones de metano en 2030;  implica comprometerse a reducir para ese año  emisiones globales de metano en al menos un 30 % desde el nivel presente en 2020.

Se ha dicho que las medidas para reducir las emisiones producidas por el uso de los combustibles fósiles y el carbón están bien definidas y existe la tecnología necesaria para implementarlas. Sin embargo, las posibilidades de reducción en la agricultura, y más concretamente en la actividad de la ganadería, son más complicadas y generan mayor controversia en la población.

En Colombia se empieza a dar un debate y hay consenso en que los proyectos de ganadería regenerativa y silvopastoriles, que ya muestran ejemplarizantes desarrollos, son un buen antídoto, pero no parecen ser suficientes. Debe hacerse mucho más, porque si hay una actividad que distingue la geografía nacional y a nuestra región es la ganadería vacuna.

Una consideración que altera el conocimiento de las cosas es la conclusión científica de que el metano es mucho peor que el dióxido de carbono para el planeta. Según el criterio establecido por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), una molécula de metano (CH4) es equivalente a 28 moléculas de dióxido de carbono (CO2).

Si bien existe abundante evidencia científica que indica que el metano emitido por bovinos forma parte de un ciclo natural que se recicla en el ambiente, el estándar establecido por el IPCC considera que los eructos de los vacunos –fuente de emisión de CH4– son tan o más peligrosos que las emisiones de origen fósil, que permanecen en la atmósfera durante siglos y, por lo tanto, son acumulativas y contribuyen así a ser el principal impulsor del cambio climático”.

En dos direcciones se viene la acción contra la ganadería: se pretende que la oferta de ganado disminuya en el tiempo, menos reses, y por el otro, que los productos de origen animal sean desplazados por aquellos de origen vegetal. Se abre paso la idea universal de que ese producto es peor para la salud humana y, además, en últimas, daña el medio ambiente.

Aunque por razones saludables y ambientales se busque acabar el negocio, la pregunta clave que concita a los productores y a los gremios es: ¿Cómo puede sobrevivir la ganadería en las próximas décadas en medio de semejante desafío?

Categories: Editorial
Periodista: