Por: Carlos Eduardo Muñoz Perez
Uno de los motivos por los cuales me siento orgulloso de ser vallenato es su cultura, me contaba un amigo lo transoceánica que ha llegado a ser, que le sorprendía como en Australia ya conocían de nuestros aires musicales y de nuestros ritmos. Para muchos se torna difícil y complicado distinguir entre el uno y el otro, pero para aquellos que profundizamos a través de la lectura y quienes afinamos un poco el oído, por el simple amor al vallenato, si alcanzamos a distinguirlos.
No desconoce la ocasión que del otro lado del mundo se encuentra un hijo de Valledupar encargándose de fomentar la cultura vallenata, creándole espacios de ejecución, a pesar de su condición de médico especialista, que no dejo de lado la sangre que corre por sus venas y el llamado de su tierra y hoy es un reconocido cantante vallenato en ese país, ese valiente amigo, a quien conocemos cariñosamente como ‘Mimi’, y digo que es valiente porque no es fácil llegar en un país extraño a mostrar nuestra cultura y más difícil aun tratándose de una nación tan lejana y con unas costumbres totalmente distintas, a esta hazaña también debemos agregarle que en su agrupación los únicos colombiano son él y el acordeonero que es ‘cachaco’ el resto son suramericanos, chilenos y bolivianos si no estoy mal.
Con lo anterior quiero encarnar la grandeza de nuestro folclor, es impresionante las fronteras que atraviesa y la pasión que genera en propios y extraños; que interesante seria que los mandatarios de turno emprendan la labor de enseñar a los niños sobre la historia de la música y del folclor vallenato en las escuelas privadas y públicas del Municipio de Valledupar, y que en cada rincón del Municipio se enriquezcan los conocimientos y se alimente nuestra música. Es más, siendo un poco atrevido, le insinuaría a los mandatarios locales proponer una reforma a la ley de la Educación y que pudiésemos incluir el conocimiento de nuestra cultura como materia dentro del pensum escolar y así garantizar un aprendizaje mayor. Sin embargo, el primer paso empieza por casa, todos los padres debemos iniciar charlas amenas con nuestros hijos y enseñarles la historia de nuestra música.
He tenido la oportunidad de caminar algunos barrios de Valledupar, escuchando a su habitantes y me sorprendí gratamente como en la comuna 5, específicamente en el barrio Divino Niño, un grupo de jóvenes emprendedores resueltos a mostrar lo positivo de su barrio, decidieron participar por primera vez en el baile de las piloneras y empezar con este acto a generar espacios de convivencia ciudadana y convertir la cultura como un instrumento para el mejoramiento del bienestar de las comunidades que quieren cerrarle el paso a la violencia que los azota. Es así como abriendo espacios culturales estaremos construyendo caminos de paz.