Las filas son casi constantes en el diario vivir de las personas; están presentes para acceder a cualquier servicio o producto de interés público como transporte, salud, participación ciudadana o trámites personales. Pero esta actividad se caracteriza por ser una experiencia poco satisfactoria, por lo que hay quienes prefieren implementar usos tecnológicos u otros recursos para evitar estas multitudes.
Sin embargo, en esta sociedad de la inmediatez y las nuevas tecnologías hay cosas que se resisten a cambiar y las filas son una de ellas. En tiempos de pandemia estas prácticas se vieron disminuidas como resultado de los confinamientos implementados en Valledupar; no obstante, al llegar la vacuna contra el covid-19 reaparecieron las ‘interminables’ filas y con ello la molestia de algunas personas, ya que aseguran que existe favorecimiento en los puntos de vacunación.
En algunas filas se escuchan expresiones como “vivo” o “avispado” para referirse a las personas que buscan sus objetivos pasando por encima de aquellos que llevan horas bajo el sol y el cansancio esperando su turno. En ocasiones solo basta con que una persona se queje para que las demás se sumen a la algarabía, pero también hay quienes prefieren no hacer algo al respecto, optando por lanzar miradas de reprobación o expresiones de molestia.
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Muchas personas han reportado presuntas irregularidades en las jornadas de vacunación, en las cuales aseguran que hay favorecimientos con personas que conocen a los vacunadores y los directivos de las Instituciones Prestadoras de Servicios, IPS, o que van recomendados por alguien. De este modo irrespetan a los usuarios que llegan al lugar y esperan largas horas para recibir su biológico.
Así lo contó Edson Anaya, estudiante de Psicología, quien fue a vacunarse el pasado 21 de agosto al Estadio de Fútbol Armando Maestre Pavajeau. “Yo estaba en la silla esperando mi turno cuando llegaron unos muchachos, hicieron una llamada, salió un hombre y los metió primero. Se supone que todos debemos esperar; ¡qué falta de cultura y de respeto!”, expresó.
Por su parte, Adiela Jiménez, del corregimiento de Los Venados Cesar, contó que ‘colarse’ en las filas está directamente relacionado a que los seres humanos somos muy afanados, impacientes y nos molesta tener que esperar, por tanto, debido a esas circunstancias nacen las influencias. “El día que me vacuné no hice fila, todo el mundo estaba esperando y yo entré con ayuda de una tía. Sé que no es justo, pero hace parte de nuestra cultura”, contó.
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¿ESO HACE PARTE DE NUESTRA CULTURA?
Es común ver en las largas filas de bancos, empresas de salud, entidades estatales y demás entidades las caras malhumoradas, malgeniadas y gestos de enojo de las personas, mostrando de esta manera desespero, lo cual se evidencia al ver cómo cruzan los brazos, mueven los labios de un lado a otro, respiran profundamente, haciendo cometarios sin destinatario, entre otras acciones.
Como consecuencia de esos momentos de estrés hay quienes optan por ‘colarse’ en la fila. Si bien es cierto existen personas impacientes que recién llegan al lugar quieren ser atendidos con inmediatez, también están aquellos que de manera respetuosa y educada esperan pacientemente su turno. Estas últimas hacen un llamado de atención para que se respete el tiempo de todos.
Por: Ketty Gutiérrez Maestre/EL PILÓN