El gremio de trabajadores y empresarios volverán a reunirse después de una fallida conciliación el viernes pasado, con respecto a la determinación del incremento que tendrá el salario mínimo para el año 2020. Ambas propuestas son ‘integrales’ porque incluyen el auxilio de transporte al que tienen derecho todos los trabajadores que ganen menos de dos salarios mínimos.
El aumento que proponen los ciudadanos es debido al encarecimiento de los precios de la Canasta familiar, los servicios, el costo del trasporte y educación. Costos que se convierten en gastos que “esmigajan” el sueldo, según Rosa Flores, comerciante de la ciudad de Valledupar.
¿EN DÓNDE ESTÁ EL TRABAJO?
Las oportunidades laborales son escasas y las pocas que hay se encuentran en sectores de trabajo limitados, lo cual deja sin muchas opciones a los ciudadanos. De acuerdo con las estadísticas el sector que genera mayor cantidad de empleo son comercio, restaurantes y hoteles.
Esto explica la cantidad de locales comerciales y puestos de comida que de forma abrupta proliferaron en la ciudad, y se han convertido en la fuente de ingresos de muchos ciudadanos que sin importar malos pagos, horas excesivas de trabajo y maltrato trabajan en este sector por la poca existencia de puestos de trabajo en otros ámbitos laborales.
UN ACUERDO DE ESPERANZA
Los obreros dentro de la propuesta para el aumento del salario mínimo incluyeron el subsidio de transporte, la congelación de precios de los productos regulados por el Gobierno, como lo son alimentos, combustibles entre otros. También el cumplimiento del acuerdo de la Comisión de Concertación, que estipula la disminución de ocho puntos en la cotización de la salud para la pensión.
Esta medida daría como resultado pasar del 12 % al 4 %, de igual manera piden un alza anual de las pensiones con base al incremento del salario mínimo. El presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, Diógenes Orjuela, dijo que “este país requiere urgentemente para su reactivación económica, un alza general de salarios”. El dirigente exige que los trabajadores tengan un salario que les permita vivir de forma digna.
SUELDOS PARALELOS
La desigualdad de los salarios en Valledupar abre una gran brecha entre los trabajadores informales y los que tienen un puesto de trabajo de manera formal en algún establecimiento. Las diferencias son muy claras como lo comenta Mario Rivera, vendedor de mandarinas ambulante.
Él no tiene prestaciones, seguridad social en caso de algún accidente en la vía, liquidación ni tampoco cotiza cesantías. Lo único que tiene claro este valduparense de 28 años, es que debe hacer $ 20.000 pesos para que sea un día “bueno” en el trabajo, y llevar a su familia conformada por cinco personas, incluyéndolo a él, la comida.
CASCARAS DE MANDARINAS
Sale a trabajar a las 5: 00 a.m., con una amplia sonrisa, un mapa de las calles más concurridas de la ciudad en su cabeza y su carretilla floreada de mandarinas al lado de sus dos pequeñas hijas, de tres y casi dos años. Recorre las avenidas
vendiendo la dulce fruta con su mente llena de deudas que pagar y el diario del día que debe hacer hasta las 7: 30 p.m., o más para dar de comer a su familia, pagar el arriendo, los servicios y el transporte de él y su suegra.
En trasporte, según Mario, $ 12.000 pesos diarios se gastan su suegra y él para movilizarse por la ciudad. Con mucho esfuerzo y sacrificio si los días son buenos, al mes gana $ 400.000 pesos. Una suma demasiada baja para poder mantener a flote a su familia. Debe pagar un arriendo de $ 450.000 pesos que lo deja sin dinero y sin embargo no alcanza a suplir la cuota. Su esposa quien trabaja en una casa de familia y recibe 300.000 como sueldo ayuda completar el pago del arriendo.
Lo que deja a la familia con $250.000 pesos para pagar los servicios y la comida de cinco personas. Mario hace magia como afirman muchos ciudadanos para poder sobrevivir un mes con tan solo $250.000 pesos.
CAFÉ DE LÁGRIMAS
Eva Karina hace parte de un grupo de vendedoras que con un carrito metálico pequeño, al estilo de los del supermercado vende café por el círculo de centros de salud donde se ubica la Clínica del Cesar, Clínica Buenos Aires, entre otras. Desde muy temprano llena sus termos de café y se prepara para salir a las 5: 00 de la mañana y volver a las 11: 00 de la noche a su casa con $25.000 o $20.000 pesos, un día “bueno” al igual que comenta Mario.
Sus dos hijas son el motor para salir todos los días bajo el inclemente sol a ofrecer café, para seguir pagándoles el colegio y que ellas no pasen las dificultades que como vendedora ambulante, Eva conoce. Tiene que pagar un arriendo de $400.000 pesos con la ayuda de su esposo que es mototaxista y que en ocasiones se ven apurados para pagarlos.
Karina paga $20.000 pesos por el servicio del agua, $ 50.000 pesos por la luz eléctrica, por el gas 25.000 pesos y $ 400.000 pesos el arriendo. Lo que gana en el mes se va en el arriendo y queda a la merced de lo que pueda conseguir su esposo ‘mototaxiando’ para pagar los servicios y la comida.
JUVENTUD HAMBRIENTA
DE EMPLEO
Laura Jaime trabaja en una empresa que se encarga de repartir facturas que distribuyen a las tiendas, veterinarias, bodegas y toda clase de establecimiento de productos. La joven de 20 años carga y descarga pesadas cajas de mercancía desde temprano para poder cubrir los gastos de su hijo de tres años. A $30.000 pesos le pagan el día y al mes gana setecientos mil pesos aproximadamente porque no trabaja los domingos ni festivos.
Laura es técnica en procesamiento de lácteos pero como muchos jóvenes se le es difícil conseguir trabajo en su campo y por ello trabaja largas horas cargando cajas a la espera de un día conseguir un trabajo que remunere el tiempo que estudió. Su fortaleza es un hijo y una de las razones para trabajar arduamente.
Paga mensualmente en un CAI $15.000 pesos y todos los gastos escolares de su pequeño. Por el servicio eléctrico debe pagar $150.000 pesos, por el agua $40.000 pesos y el gas $50.000 pesos sin falta todos los meses.
El drama del desempleo y la poca capacidad de solvencia que tienen los trabajadores para suplir sus necesidades con el sueldo mínimo, es una problemática que los habitantes de la ciudad se enfrentan a diario. Como Laura, Mario y Eva hay muchos valduparenses y extranjeros que viven odiseas para poder estirar el dinero.
Por ello la esperanza de los trabajadores formales es que el aumento del salario mínimo se concrete para obtener una mejor calidad de vida y beneficios. Por otro lado, los informales esperan que la alcaldía cree proyectos de ley que puedan asignarles puestos de trabajo, para que entren al mundo laboral de manera formal con prestaciones, un sueldo fijo y seguridad social.
NAMIEH BAUTE BARRIOS / EL PILÓN
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