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La cuarentena y la solidaridad

El respeto es un deber universal de la ética ciudadana. Es imperativo acatar de buena voluntad las normas y los mandatos legales para fortalecer una ética ciudadana y preservar la armonía de la vida, personal y social. Si hay orden en la mente y en el corazón, nos comportamos en orden y respetamos la ley.

En estos días, como principio de prevención ante la pandemia del Coronavirus (Covid-19), es inevitable acatar las recomendaciones de médicos especialistas y las entidades de Salud, y los decretos de los gobiernos nacional y locales. Además, tenemos que valorar los esfuerzos de los gobernantes y entidades de salud en los informes permanentes para evitar la propagación del contagio, y las medidas de adecuar sitios especiales en unidades médicas de urgencias. A nuestro Gobernador Luis Alberto Monsalvo y nuestro alcalde Mello Castro, reconocerles su liderazgo en coordinar las acciones de prevención y ayudas humanitarias. Una posición plausible del gobernador fue invitar a las empresas mineras que se acaten la cuarentena con los trabajadores. La salud de las personas está por encima de la economía.

Todos somos vulnerables al contagio, pero no llenarnos de pánico y decir que esto se va a poner peor; tengamos calma, fe en Dios y aptitud positiva de amor y defensa de la vida.  Es necesario ser respetuoso  con los contagiados del virus y su familia. Nadie quiere estar enfermo y mucho menos contagiar a los demás. Lo importante en estos casos es cumplir los protocolos establecidos por los médicos.

Los temores que producen las calamidades no hacen más humano, más amoroso y solidario: Estar en casa nos brinda oportunidades de diálogos familiares, de pensar más en Dios y su infinita misericordia, de valorar el milagro de la vida, las virtudes y los dones. Además, podemos meditar en silencio y hablar en intimidad con la memoria, evocar los maravillosos recuerdos, ver fotos familiares, escuchar música almática, releer nuestros libros preferidos, y repasar las frases que exaltan la grandeza espiritual de la condición humana.

La mirada contemplativa se reconforta en el estético placer de vivir el apego por seres queridos y sentir la belleza de la poesía y la música. En esta época de intenso verano, añoramos el perfume de la lluvia enamorada y ver en los labios de la rosa que los pájaros derramen los colores de su canto. Siempre vibra en el corazón, la voz de la madre que es un himno cuando revela la belleza de su pensamiento. Este verso del poeta Borges: “nombre de una mujer me delata. Una mujer me duele en todo el cuerpo”.

Del Papá Francisco: “El mundo nos dice que busquemos el éxito, el poder y el dinero. Dios nos dice que busquemos la humildad, el servicio y el amor”. “Debemos devolver la esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, estar abiertos al futuro, difundir el amor. Sé pobres entre los pobres. Tenemos que incluir a los excluidos y predicar la paz.”

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