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La crucifixión del Obispo

“Con una cuarenta y cinco en la puerta de la iglesia y a ninguno con sotana que lo deje entrar, y al terminar la misa que se ponga del Cura pa’ abajo a requisar”

Han sido a través del tiempo los Ministros de la Iglesia en La Guajira símbolos de unidad de bienaventuranzas, de fe y también de consuelo de nuestra gente sin distingo de raza, color estirpe o condición, por eso duele lo que está sucediendo en la actualidad cuando inexplicablemente, se ha pretendido guindar a Monseñor Héctor Salah Zuleta Obispo de Riohacha el cartelito de prelado al servicio del mal.

Han pasado más de cuarenta años desde aquel día que el Maestro Escalona declaró sospechoso al Cura por el ilícito pretendido con “La custodia de Badillo”, lo hizo en la canción del mismo nombre cuyo aparte transcribimos y que ha sido grabada muchas veces entre otros por Poncho Zuleta con Colacho Mendoza en el año 1987 en el LP “Homenaje a Pedro Castro”, esa acusación se hizo en disco, porque en aquellos tiempos las redes sociales no existían.

Conocemos del Obispo de Riohacha su preocupación permanente por la corrupción, sus pronunciamientos contundentes ante la impiedad de quienes engordan el bolsillo, mientras los niños enflaquecen y mueren de hambre, y su posición vertical contra las indelicadezas en la educación contratadas, pero no hemos sabido de actuaciones o actitudes suyas de connotaciones traquetas.

Como van las vainas, solo falta que calumnien a la Vieja Mello, porque al parecer el fin dañino buscado, está justificando los punitivos medios, lo cual es peligrosísimo en el momento actual cuando un balazo no se le niega a nadie y el valor civil llega hasta donde empieza el instinto de conservación.

La moral de las personas es como el vaso de agua, después de derramada no es posible recogerla, y no es justo que el buen nombre de las personas por obra y gracia de los chismosos malquerientes sea mancillado por personas que ni siquiera se toman el trabajo de conocerlo.

Lo más terrible es que generalmente los mal informadores, los disociadores y calumniadores son generalmente individuos sin ocupaciones que atender, que después de dañar a alguien quedan el resto de día desocupado, por eso se dé un libro que leí, que “A quien no tiene oficio el diablo se lo pone”.

Dios dispensará a Monseñor, sin duda, la sabiduría que se necesita para enfrentar con prudencia, discreción y hasta con resignación este difícil momento, comprendemos lo difícil que resulta mantener incólume el mástil de lo sublime en medio de las aguas tormentosas de lo ruin, pero justamente en la capacidad de enfrentar y vencer tempestades en donde radica el mérito de los hombres y mujeres que subrayan con su ejemplo la superioridad y preponderancia de la inteligencia humana frente a la difamación y fuerza bruta.

 

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Luis Eduardo Acosta Medina: