Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*
El reciente Grammy Latino, que ganó Juan Piña, causa satisfacción porque es un cantante muy querido por nuestra música. Sin embargo, como el mismo lo dijo, no esperaba derrotar a los grandes, y los derrota por la misma razón que lo hizo Juan Carlos Coronel el año anterior: el vallenato atraviesa una profunda crisis que tiene diferentes razones y nosotros no queremos reconocer. En el proceso de realizar los dos tomos de Juglares Contemporáneos, me he dado cuenta que todos tienen la misma preocupación por el futuro del vallenato. Gustavo Gutiérrez dice que falta poesía; Sergio Moya que no vamos bien; a Rosendo Romero, Rita Fernández, Beto Daza y Marciano Martínez, tampoco les gusta la nueva propuesta; entonces algo está pasando. Los compositores nuevos, que son la matriz, no están haciendo la tarea, todas las canciones se parecen, no tienen recordación y no está presente la poesía. Solo podemos excluir de esta lista a algunos que están haciendo algo rescatable: Aurelio Núñez, Fabián Corrales y Chiche Maestre, que no han perdido el entorno como elemento principal en sus composiciones. Pero Omar Geles, ‘Tico’ Mercado, Wilfran Castillo, los exitosos del momento, no tienen identidad, parece que produjeran los temas en serie y por encargo: Nuestra música perdió aquella picaresca de Rafael Escalona con La lengua Sanjuanera; Beto Murgas y su Negra; Romualdo Brito con Llego tu marido, Wicho Sánchez con La Banda Borracha; ahora, en cambio, el vallenato se ha convertido en La Toyota, La Leona, La Coca-Cola, La María Namén. Algunos periodistas de emisoras del país tienen su parte en la crisis y bien grande, cada vez que sale un CD, se dedican únicamente a lambonear a los músicos, pendientes de un saludo y no le hacen una crítica constructiva. Acabamos de verlo con El Gran Martin Elías que no llenó las expectativas y fue declarado el Boom, ¿Cuál boom? Ahora entiendo porque Silvestre dejó a Juan Mario De La Espriella.
Algunos conjuntos creen que pegar pasando plata es un gran logro, esos es como el estudiante que pasa el año comprando al profesor, y obedece a la irresponsabilidad de algunos directores de radio que por el billete crean ídolos de barro. Los tales productores no se quedan atrás, saben más que los mismos cantantes y los inducen al error en la escogencia de temas, promovidos por las casas disqueras que tiene un concepto de éxito enfocado al mercado consumista. Aquí nos ufanamos de que el vallenato está por lo alto y no nos damos cuenta que hay grupos como: Kavrass, el Churo Díaz, Nelson Velásquez, Rafael Santos y otros que nada de nada, no hay unidad en las agrupaciones, se separan más que los matrimonios modernos, no es permisible que Franco Arguelles dure con un cantante seis meses, por lo difícil de su temperamento, ahora y que anda con Diomedes, el de Yo me Llamo, ¿qué tal?. Los acordeoneros creen que tocar rápido es saber tocar y los buenos están escasos, se destacan: Sergio Luis, quien hizo un buen trabajo con Peter; Elías Mendoza, recursivo y creativo y Almes Granados, que tiene un estilo parecido al de Alejandro Durán, pero no tiene cantante. Seguimos esperando las producciones de Jorge Oñate, Poncho Zuleta y Diomedes para escuchar algo de buen vallenato, sin pensar que estos cantantes ya dieron todo y se necesita un reemplazo.
¿Cómo se ve el futuro? Silvestre sigue consolidado como el mejor, a pesar de que viene de dos discos regulares, pero siempre trata de buscar las raíces. La gran revelación es el ‘Mono’ Zabaleta que hasta ahora ha sacado el mejor disco del año y un muchacho que promete, Elkin Uribe. Preocupa que Jorgito Celedón se volvió tan internacional, ya no se sabe lo que está grabando. Villazón y Zabaleta, nada novedoso. Esto no es por capricho, ni para que me gradúen de enemigo del vallenato, es hora de abordar el tema con seriedad.
*Twitter: @JACOBOSOLANOC