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La crisis de Irlanda, el tigre celta

Por  Gustavo Cotes Medina

La república de Irlanda con una superficie de 70.000 kilómetros cuadrados y una población de cuatro millones cuatrocientos mil habitantes, entró a la Unión Europea en 1973 y por su crecimiento económico y enormes avances tecnológicos, sorprendió durante quince años al viejo continente y fue conocido como el “tigre celta”.
En la actualidad, ha puesto a temblar a la U.E por la posibilidad de arrastrar a la zona euro a una profunda crisis y tendrá que aceptar la ayuda de sus vecinos europeos para salvar los bancos y evitar un daño mayor de sus finanzas. Todo parece indicar que la regulación del sistema financiero no existió o fue muy permisiva.
Su crecimiento económico tenía una componente ficticio sustentado en créditos y no en inversión. Además, el país no estaba preparado en el aspecto fiscal para hacer parte de la zona euro al adoptar la moneda única.
Hoy, tiene una tasa de desempleo del 13%, la segunda más alta de Europa, superada solo por España. La sensación de frustración, bancos golpeados, negocios cerrados, familias que pierden sus casas, jóvenes estudiantes que abandonan el país y proyectos de inversión aplazados, es el común denominador de los irlandeses que están pasando por un otoño difícil con disparos de alarmas financieras y amenazas de estabilidad en la zona euro.
Se esperan respuestas contundentes de las autoridades en Dublín porque las posibilidades de un descalabro mayor son reales y las consecuencias podrían sentirse en todas partes, incluyendo a Colombia, porque los principios de vasos comunicantes siempre funcionan.
La enfermedad irlandesa es grave y necesita una nueva inyección que puede estar entre 50.000 y 100.000 millones de euros, suma muy importante para un pequeño país. Este capital fresco sustituirá el dinero que fue devorado por las pérdidas generadas en préstamos inmobiliarios incobrables.
El fondo de la U.E le ha comunicado a Irlanda que dispone de los medios para darles una mano, pero la ayuda externa seguramente vendrá acompañada de duras condiciones con un costo y un estigma político importante para el primer ministro irlandés, Brian Cowen. Además, tendrían que ceder el control fiscal al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea. El gobierno irlandés inició los diálogos para examinar cuáles son las opciones y oportunidades de ayudas.
Este sería el segundo plan de rescate a un Estado de la unión monetaria, después que Grecia se benefició en mayo de 2010 con la aprobación de 110.000 millones de euros para sanear sus finanzas públicas. En Europa el temor de contagios es evidente y responde, por ahora, a los nombres de España y Portugal.
Es necesario recuperar la confianza en el sistema bancario irlandés, que sigue necesitando capital para mantenerse a flote, y por el bien de la estabilidad financiera europea, para lo cual los 16 ministros de finanzas de la zona euro necesitan actuar en forma coordinada y con determinación. La situación es apremiante y muy seria.
Gran Bretaña, que no hace parte de la unión monetaria, está dispuesta a contribuir en ese esfuerzo. Se estima que Irlanda y Portugal necesitan en los próximos tres años, 100.000 millones de euros como préstamos de emergencia para mejorar el crecimiento del PIB y la competitividad.
Las economías de los países asiáticos marchan bien y los nubarrones europeos aún se ven lejanos. Es muy posible que en la Eurozona se llegue a algún acuerdo y las aguas vuelvan a su cauce en las próximas semanas, pero queda flotando el mensaje que la recesión en los países industrializados no está superada y es necesario un mayor crecimiento económico para dejarla en el pasado.
Fuente: Diario Portafolio, noviembre de 2010.

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