Por: Imelda Daza Cotes
“El conflicto es como el agua, se necesita para vivir y también para el progreso. Pero cuando hay demasiada agua en un lugar equivocado, hay que construir puentes y canales para evitar la catástrofe. Construir puentes y canales para que los conflictos no deriven en catástrofes, es lo que llamamos negociación”. William Ury
La democracia es en realidad un espacio donde los antagonismos, las diferencias y las contradicciones hacen parte de la cotidianidad y a veces originan conflictos, que no son errados en sí mismos, pueden verse más bien como retos y desafíos a superar. Los conflictos son inherentes a la vida en sociedad y vistos positivamente pueden ser una oportunidad de crecimiento colectivo y de fortalecimiento de la identidad social si se abordan a través del debate sereno y constructivo, pero hay que reconocer que superar un conflicto exige mucha creatividad y bastante osadía; hay que atreverse, hay que construir “puentes y canales” que faciliten el diálogo y el acuerdo consensuado
Los gobiernos democráticos ofrecen mejores alternativas para abordar y resolver los desacuerdos que los gobiernos autoritarios u oligárquicos. La negociación y la mediación son prácticas usuales en la democracia, pero es precisamente eso lo que ha faltado en Colombia, más democracia, tolerancia, voluntad política y creatividad. A la violencia de unos se ha respondido tradicionalmente con más violencia y el fin del conflicto se ha pensado siempre en términos de vencedores y vencidos, de ganadores y perdedores. Es por eso que la confrontación se ha perpetuado y el país ha caido en la trampa de invertir más en la guerra que en la búsqueda de salidas a la misma, cuando, como bien lo señala el politógo estadounidense Marc Chernick, en su libro “Acuerdo posible”: “El mejor momento para arreglar un conflicto es, primero, cuando ninguna de las dos partes es capaz de derrotar a la otra y segundo cuando el padecimiento de la guerra se vuelve inaceptable o insoportable para ambas partes”
La inmensa mayoría del pueblo colombiano está hastiada de la violencia y de la injusticia que la generó. Por eso la reacción ante la propuesta de Acuerdo para ponerle fin a la confrontación ha sido de buen recibo y amplios sectores se han mostrado dispuestos a enriquecer el debate e impulsar un consenso que no significará la ausencia de conflictos sino la transformación positiva de los mismos. Se trata de aprender a resolver las disputas y las diferencias a través del diálogo y la negociación sin recurrir a la violencia ni al enfrentamiento armado
La paz es un clamor nacional y como tal no puede tener dueños, le pertenece a todos los ciudadanos, a los cansados de la matazón, a las víctimas y a los victimarios, a los que no quieren más dolor, los que quieren vivir en un país capaz de construir nuevas relaciones, sanas y libres, pero, la construcción de esa paz tiene que ser tarea de todos, no puede ser labor de unos cuantos. Así parecen haberlo entendido los doce gobernadores, los cincuenta alcaldes y algunos representantes a la Cámara que asistieron a la Cumbre de Mandatarios por la Paz el pasado 28 de septiembre. Se reunieron para respaldar el proceso de paz y precisar su colaboración. No exigen participar en la mesa de negociaciones pero quieren ser escuchados, quieren aportar soluciones a los conflictos que enfrentan en sus territorios, quieren ser voceros de la sociedad civil, quieren vigilar el proceso hasta que se logre el acuerdo de fin del conflicto, no quieren más frustraciones, quieren que la sociedad toda se movilice y clame por la paz. El alcalde Valledupar advirtió en la Cumbre que los mandatarios deben ser actores activos desde las regiones y deben procurar que las comunidades sean escuchadas. A su turno el alcalde de Santa Marta dijo que “la única victoria posible a la guerra es la vida y la construcción de un modelo incluyente con equidad….se necesitan reformas de fondo para que el diálogo sea exitoso” además manifestó la conveniencia de promover un cese al fuego para facilitar los diálogos
Hay que seguir con atención el desarrollo de las negociaciones hasta lograr el fin del conflicto, éste será apenas el primer paso hacia la paz que no es sólo la ausencia de violencia, es mucho más que eso. Finalizada la confrontación empezará la ardua tarea de desplegar toda la creatividad posible para diseñar e implementar las reformas que garanticen la paz duradera y estable, como ideal de país