En una democracia abierta como la nuestra, el diseño y la formulación de la seguridad nacional debe ser el producto de una discusión pública y sensata que corresponda, como debe ser, a un interés superior encaminado a la preservación del Estado y la defensa del orden constitucional de cualquier amenaza ya sea interna o externa. Es un imperativo que la seguridad nacional esté al margen de los debates de partidos y de oposición política con tintes de irresponsabilidad con afirmaciones tendenciosas y delicadas que golpean la moral y desmotivan al país vendiendo la idea que vamos por muy mal camino y tratando de dividir a nuestro ejército, especialmente frente al proceso de paz.
Desde esta columna compartimos la opinión del mayor general (r) del Ejército Nacional, Eduardo Herrera Berbel, cuando afirma que los militares son hacedores de seguridad e instrumento de la defensa nacional, no protagonistas de la paz, y agrega que no se les debe hacer el juego a intolerantes de oficio. La cordura es una buena consejera que debe estar separada del micrófono. Nos referimos a los rectores de la justicia que ejercen sus funciones mediáticas cargadas de protagonismos y falsos intereses.
Esta solicitud de prudencia y reflexión se hace extensiva a los partidos políticos que pretenden jugar ajedrez con ocho alfiles tras las rejas y cuatro más haciendo cola. Este patrimonio político no los puede convertir en voceros de la moral del país cuando están cargando un pesado e incómodo piano sobre sus espaldas. ¡No debemos asumir actitudes temerarias e inoportunas cuando está en jugo la defensa y seguridad de los colombianos! Está muy claro que el ejército es un valioso recurso humano que la Nación tiene para su defensa y es inaceptable que se convierta en un argumento de la política para controversias y revanchas. El futuro de las Fuerzas Militares nunca será tema de discusión con la guerrilla.
La gran mayoría de los colombianos queremos que siga el proceso de paz con un cese unilateral del fuego por parte de las Farc y con mecanismos de verificación. Además, zonas de concentración, con supervisión, para la guerrilla y finalmente este proceso de paz no puede generar impunidad con la aplicación de la justicia transicional y mecanismos de refrendación de los acuerdos.