Solo cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que el dinero no se puede comer, y sería demasiado tarde para actuar, porque estaríamos en un punto sin retorno, reflexión que no debe tomarse como campana de palo en la COP 16, la Cumbre del Clima y la Biodiversidad más importante del planeta que tendrá como epicentro a la ciudad colombiana de Cali, del 21 de octubre al 1 de noviembre próximos, como premisa de supervivencia.
Una verdadera lección el proverbio “indios Nación Creeks” para quienes ignoran el cambio climático y el calentamiento global, y enhorabuena, un pensamiento recapitulado por el ingeniero civil y literato, Fausto Cotes Núñez, exalcalde de Valledupar.
Y haciendo historia, los creeks fueron considerados entre las Cinco Tribus Civilizadas (Five Civilized Tribes, en inglés), término aplicado a cinco naciones indígenas del actual sur de los Estados Unidos, incluidos los cheroqui, los chickasaw, los choctaw y los seminola, considerados “civilizados” por los colonos europeos durante el periodo colonial y federal temprano porque habían adoptado muchas costumbres occidentales (incluyendo la posesión de plantaciones y esclavos) y habían tenido en general buenas relaciones con sus vecinos.
Entonces, ¿hay que esperar que el último gramo de carbón sea explotado, el último galón de petróleo succionado y secado el páramo por el afán de extraer el oro, para dimensionar la catástrofe ambiental? Lo coherente y pertinente, sin tregua, es acomodar los tiempos del crecimiento económico al equilibrio de la vida en el planeta, máxime en momentos en que la ciencia predice que el calentamiento global acabará con la humanidad.
Una economía para la vida y no mercantilizada, es lo ideal para desacelerar sus ramas más depredadoras y sus efectos desencadenantes sobre la naturaleza en términos de contaminación, deforestación, inundaciones, incendios forestales, vendavales y tsunamis, entre otros fenómenos antrópicos, acciones que se deben acelerar.
Las principales economías del G20, la Unión Europea y la Unión Africana, intentan tipificar el ecocidio como delito, conscientes de que la tierra está cerca de un punto de inflexión climático, según sondeo del que se desprende un apoyo público abrumador a la penalización de los daños ambientales y climáticos a gran escala.
Es la primera vez que se plantea el tema del castigo penal contra los depredadores del ecosistema en medio de la brecha entre estas graves preocupaciones y la falta de ambición de la política de los gobiernos, encuesta que se toma como un mandato firme para la transformación política y económica necesaria para proteger la naturaleza y el clima.
La COP 16 será la gran cumbre de líderes mundiales, con injerencia de cerca de 12.000 asistentes de 196 países, para abordar la crisis ambiental de implementación y seguimiento a lo que se acordó en el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal aprobado en Canadá, en el 2022, y entre los puntos cruciales que se deberán discutir están los mecanismos de financiación para la biodiversidad, la participación plena y efectiva de pueblos étnicos y campesinos y cómo lograr la articulación entre las agendas de clima y la variedad biológica que existe en el planeta.
Con cuenta regresiva la COP 16, a sólo una semana de iniciarse, no dejará cabos sueltos, alertará sobre la misma inteligencia artificial que, de usar combustibles fósiles como fuente de energía, tendríamos entonces, como dijo (Ischifin Hokin) Stephen Hawking, físico teórico y astrofísico británico, un Armagedón, el gran conflicto final o fin del mundo, anticipó el presidente de la República, Gustavo Petro.
La cumbre agrupa iniciativas encaminadas a detener y revertir la pérdida de biodiversidad con objetivo al año 2030, asegurando un futuro positivo para la naturaleza, donde Colombia muestre sus esfuerzos y avances en la protección sostenible de sus ecosistemas, dentro de un ejercicio de cooperación mundial capaz de parar la degradación de sus recursos naturales, lo que implica desacelerar la política extractora de metales, minerales y combustibles fósiles.
Por: Miguel Aroca Yepes.