En un momento en que la economía global enfrenta fuertes vientos en contra, existe una oportunidad para que los líderes no solo aceleren el crecimiento a corto plazo, sino que también sienten las bases de una economía más resistente y sostenible para los años venideros.
No es ningún secreto que nos encontramos en un contexto económico desafiante. En enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó proyecciones que indican que se espera que el crecimiento mundial se desacelere del 5,9 % el año pasado al 4,4 % en 2022. Esto es medio punto porcentual menos que lo previsto en octubre.
Junto con esta desaceleración, muchos economistas creen que la inflación persistente borrará parcialmente las ganancias económicas, con la expectativa de que el aumento de las tasas de interés ralentice la inversión. Además de esto, el 60 por ciento de los países de bajos ingresos tienen sobreendeudamiento o riesgo de sobreendeudamiento.
Lo más inmediato es que debe asegurarse que el crecimiento global sea más inclusivo. Muchas economías avanzadas tienen pronósticos prometedores, como China, cuyas exportaciones aumentaron más de $ 675 mil millones el año pasado, un aumento del 26 por ciento con respecto al año anterior.
Pero sigue existiendo el riesgo de que la recuperación demore años en la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo. Si no se aborda, esta divergencia generará no solo nefastas consecuencias económicas globales, sino también humanitarias.
Una forma de avanzar en una recuperación más equitativa es comprometerse a brindar inversiones sostenibles a las economías de ingresos bajos. Afortunadamente, la IED (Inversión Extranjera Directa) finalmente muestra signos de recuperación, debido a que los flujos financieros globales aumentaron un 77 por ciento en el 2021, superando su nivel anterior a Covid-19.
De hecho, China experimentó un flujo de inversión récord de $179 mil millones, lo que representa un aumento del 20 por ciento año tras año. Sin embargo, la IED global sigue siendo frágil, ya que factores como las nuevas variantes de Covid-19 y el aumento de los precios de la energía pueden crear obstáculos para los flujos de capital.
A mediano plazo, la economía global debe alinearse o potenciar la transformación digital o lo que el Foro Económico Mundial ha denominado la Cuarta Revolución Industrial. A más largo plazo el compromiso debe ser ecológico, porque el cambio climático es el desafío más importante para la continuidad de la existencia de la humanidad.
Según algunas estimaciones, la economía mundial podría enfrentarse a consecuencias sin precedentes, con una reducción potencial de hasta un 18 % en los próximos 30 años, si no se realizan esfuerzos de descarbonización.
Las prioridades de una economía mundial más equitativa, digital y ecológica se basan en una mayor cooperación mundial porque son demasiado grandes, complejas y están demasiado interconectadas para que una empresa o país las aborde por sí sola. Como dijo el presidente de China, Xi Jinping, en la Agenda de Davos del Foro Económico Mundial en enero: “El camino correcto para la humanidad es el desarrollo pacífico y la cooperación en la que todos ganan”.
Fuente: Foro Económico Mundial.
Por Luis Elquis Díaz