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La conducta humana no armoniza con el avance científico 

Después del siglo 19, la humanidad en todas las ciencias ha logrado avances extraordinarios. En cambio la evolución de la conducta humana –en lo concerniente a lo humanitario– en vez de ser más noble, se ha vuelto más perversa.

Lo más grave es que hoy en día ya no sorprende el mal comportamiento humano, que tanto desvirtúa la utilización de los logros científicos, sobre todo por la dirigencia política y empresarial que deberían ser paradigmas para la sociedad; no obstante, los objetivos fundamentales de estos gremios privilegiados son los beneficios particulares, con injusta desatención del bienestar social.

En nuestro país esto es lo más habitual en todas sus latitudes. Por ejemplo, en el departamento del Cesar sorprende que en verano los vacunos de los campesinos se mueran de hambre y sed mientras que en centros tecnológicos urbanos se realizan clonaciones de estos animales.

En Colombia con tanta tecnología de punta para prestación de servicios de salud y la gran cantidad de profesionales de la salud bien capacitados que hay disponibles, da grima que muera mucha gente pobre por falta de atención oportuna. Asimismo es vergonzosa la atención de los enfermos en centros hospitalarios con hacinamiento inhumano por escasez de personal asistencial y a menudo por no disponibilidad de la tecnología adecuada, porque el dinero destinado para el cuidado de la salud los políticos y empresarios lo desvían para engrandecer otros de sus negocios privados.

Si en los sectores agropecuarios y de la salud llueve con intensidad, en el de las comunicaciones –uno de los componentes de la humanidad con mayor crecimiento tecnológico– no escampa por la conformación de las redes sociales, a través de las cuales la información mundial es instantánea debido a que gran parte de la humanidad tiene telefonía móvil de alta gama.

Lamentablemente, este medio de comunicación conlleva el inconveniente de la mala información, muy a menudo malintencionada, causante de daños y perjuicios irreparables por su tan rápida difusión a cualquier latitud del espacio terrenal.

En nuestro país quienes más se benefician con las informaciones malintencionadas son los políticos,  porque todavía a la mayoría de la ciudadanía colombiana le falta cultura política, condición que la lleva a actuar de manera poco razonable o sin analizar a conciencia la situación real que atraviesa el país y, por ende, en las campañas políticas siempre creen en las promesas politiqueras que inducen al vulgo –o personas incultas– a votar por los candidatos menos indicados, por no decir menos capacitados o por los corruptos acostumbrados a malgastar y usurpar el dinero público.

 

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