La vida se asemeja al mar, donde sus olas, representan el vaivén de las circunstancias, sus playas, la estabilidad, las mareas, simbolizan todos los desafíos que enfrentamos, y sus profundidades, aquellos sentimientos y circunstancias que permanecen ocultas, por las que muchos ruegan, que ojalá no logren flotar jamás.
En el mar, estamos todos habitando, algunos en la playa, otros en un hermoso yate, unos en un crucero, otros en un barco pesquero, muchos en canoa, y aunque no lo creamos, algunos están nadando sin salvavidas en pleno altamar. No importa en qué lugar del mar te encuentres, o las circunstancias que estés viviendo, lo importante es que aprendas a conocer el mar y a desenvolverte dentro de él; si estás frente a un tiburón, de nada te servirá pedirle disculpas, excusarte o gritarle, si no reaccionas, te morderá un brazo y se irá, y si no espabilas, vendrá otro tiburón y te arrancará una pierna, hasta que aprendas que la vida, se trata de aprender a actuar, siendo valientes y diligentes. A veces ignoramos, que los que están en la playa, están tomando fuerza para luego ir a remar, por eso no es pertinente compararnos con nadie, ya que cada quien cuenta con un equipo y unas herramientas específicas para sortear la zona del mar donde le corresponde vivir. Eso sí, cada quien de acuerdo a sus deseos y capacidades, podrá vivir donde le plazca, pero si no es tu caso, debes aprender las competencias del náufrago.
La competencia del náufrago, brinda herramientas a todos aquellos que se encuentran luchando contra una adversidad, y necesitan tener la capacidad para sobrevivir en épocas difíciles, aún en las peores condiciones. Cuando eres un náufrago, lo peor que puedes hacer es cuestionar y ser inflexible. Existen personas nadando contra la corriente, que niegan a subirse a una balsa, o discuten porque les brindan atún, exigiendo en su lugar caviar. Debemos aprender a reconocer nuestra situación de manera objetiva, escuchar al otro y ser flexibles, sólo así, pasaremos de nadar, a una balsa, ya después de un tiempo, siendo coherentes y centrados, podemos revisar opciones para subirnos a un yate, mientras tanto, disfruta y agradece la balsa. Ahora, una vez en la balsa, debes empezar a actuar como miembro de un equipo, de lo contrario, te echarán de nuevo al mar; si no brindas aportes, por lo menos apoya, pero no seas pesimista o indiferente, no te dediques a obstaculizar el trabajo ajeno o vivas angustiado frente a situaciones de crisis.
Contar con la competencia del náufrago, es asumir responsabilidades, aceptar errores e identificar situaciones críticas. Si tienes problemas económicos, no malgastes tu dinero en cosas innecesarias, reconoce las ocasiones en que no has administrado tu dinero y ahorra para tus próximos gastos; si te quieres separar de tu pareja, reconoce en qué fallaste, trabaja en ti, y no te metas en otra relación, hasta que no sanes emocionalmente; si enfermaste por alguna razón, debes seguir las recomendaciones del doctor y prever una recidiva; si te despidieron del trabajo o te retiraste de la universidad, debes estudiar muy bien las causas que te llevaron a dichas circunstancias y asumir un rol activo. El problema no es el banco, ni tu expareja, ni el doctor, ni tu jefe, ni la universidad, ellos son el tiburón, que si se lo permites, vuelve para arrancar otro pedazo de tu cuerpo, hasta que decidas dejar de lado la pasividad.
Por: Angélica Aroca.