En esta fecha especial del cumpleaños número 473 de Valledupar son muchos los aspectos por destacar, reconocer, valorar y exaltar, pero también es inevitable mirar diversos factores que merecen ser revisados en esta coyuntura histórica.
Es importante recordarles a las nuevas generaciones vallenatas que “la historia de Valledupar tiene su origen en la época precolombina, con tribus amerindias que se asentaron y desarrollaron en sociedades, y que a la llegada de los españoles estaba habitada por los Chimilas, de familia lingüística Chibcha. Luego ocurrió la conquista y colonización por españoles y otros europeos, que además de su cultura introdujeron esclavos de raza negra extraídos del África en los inicios del siglo XVI. Valledupar fue fundada el 6 de enero de 1550 por los conquistadores españoles al mando de Hernando de Santana. Para el asentamiento de la fundación el capitán español escogió la parte septentrional de Valledupar, bañado por el río Guatapurí, que en idioma chimila significa agua fría”.
Pero además del recuento histórico, este 6 de enero es una fecha oportuna para mirar, con toda la ponderación del caso, el momento que está viviendo Valledupar como ciudad capital del Cesar, uno de los departamentos más joven de Colombia.
Pese a todas las dificultades actuales, que además son propias de la mayoría de capitales del país, Valledupar es una ciudad de la que sus hijos, vallenatos y residentes, se sienten orgullosos, su nombre connota una variedad de valores y elementos tanto culturales como naturales que la convierten en una capital única, con sello propio en cualquiera de las esferas del orden nacional y del mundo.
Aún se conserva el concepto generalizado que se tiene como ciudad acogedora, amañadora y que invita al retorno a todo aquel que la visita o a los vallenatos que por cualquier circunstancia se ven obligados a salir de ella. Siempre el deseo de regresar a Valledupar es casi unánime y eso tiene un gran significado como capital intermedia.
Es muy bueno sentirnos orgullosos de nuestra ciudad, pero ese mismo sentimiento nos obliga a evaluarla con la razón y no con el corazón. De manera rápida se puede decir que en calidad y cobertura educativa pasa la prueba, en cuanto a los sistemas de atención en salud estos registran más quejas que satisfacciones, en servicios públicos hay mucho por mejorar, el aspecto económico preocupa enormemente (cuarto lugar en desempleo), tránsito y movilidad se raja, también se pierde el examen en materia de seguridad y en planeación urbanística se está en mora de actualizar el Plan de Ordenamiento Territorial, por ello su crecimiento poblacional, en los últimos años, se ha dado sin planificación y control.
Valledupar se mantiene como una ciudad hermosa y de muchos atractivos, pero su gente pide a grito muchos cambios, en especial en su clase dirigente, hace falta liderazgo y procesos asociativos que la conduzcan por el camino de la competitividad y la modernización.
En síntesis, esa gran capital de empuje que sorprendió a Colombia en la década de los 90 poco a poco ha venido cediendo terreno frente a otras de su mismo nivel. Es urgente retomar la ruta para que vuelva a ser la Sorpresa Caribe, la ciudad que todos soñamos.