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La Cessna 172. “Los vuelos milagrosos de un hombre de trabajo”

Voy a referirme a los riesgos a que cada día nos sometemos en pro de salir adelante con nuestros propósitos, en especial los negocios.

Los inventos del hombre no dejan de ser sorprendentes antes que maravillosos y entre ellos, es más que interesante el del avión, que ha permitido recortar los tiempos en proporción inversa con la velocidad lograda, de tal forma que hoy en día y en un futuro muy cercano podremos ir a Europa a realizar alguna diligencia o negocio, saliendo muy temprano por la mañana y estar durmiendo de vuelta en nuestra casa en ese mismo día.

La historia de la aviación podría ser la más interesante y útil entre todos los inventos humanos. El más popular, de tanta bondad y fama, y talvez el más fabricado y vendido de los aparatos voladores es la Cessna 172, que normalmente transporta cuatro pasajeros, carga unos kilos de peso y desarrolla una velocidad  media normal con un consumo combustible ideal sin vientos, y una capacidad de recorrido de muchas millas sin reservas, muy fácil de conducir a pesar de que, como todo avión, su operación más peligrosa es el aterrizaje, lo cual pueden hacerlo estos monomotores en pocos metros de pista sin mayores dificultades.

La parte más difícil de volar no es el vuelo en sí, sino los aterrizajes; por otra parte, las evaluaciones de seguridad, como resistir la tentación de volar en condiciones climáticas adversas o tener que estar en algún lugar en una fecha u hora determinada no dejan de ser altamente preocupantes, pues todo lo queremos hacer a una velocidad espantosa y a ello nos ha llevado el modernismo, que nos implica hacer cada vez más en menos tiempo, y no valoramos la vida a cambio de nuestros logros.

Y hago esta explicación de antemano para que no se sorprendan con mi relato, que transcribo con la mayor entereza, pues recibí esta información de mi amigo, un querido empresario en las lides de palma africana, quien para acelerar sus procesos decidió muy acertadamente hacerse a una vieja avioneta C-172, pero con un piloto regordete cuyo peso cubría la mitad de la capacidad de carga.

Cualquier día, había que asistir a una reunión urgente en Barranquilla y cuando veníamos en pleno vuelo, el piloto en forma desprevenida me dijo que le hiciera el favor, como pasajero copiloto, que con el palo de “carreto” de una escoba que llevaba a su lado, en el piso, lo introdujera en el depósito de combustible para ver qué cantidad tenía, ya que con tanta premura se le había olvidado tanquear y hacer el mantenimiento adecuado al sensor de nivel de combustible.

Tragué saliva sin contemplaciones y con los ojos desorbitados bajo una emoción de sorpresa y desprecio, mientras le miraba la cara con terror, me dijo: “… ¡hágale!…  que, si no nos alcanza para aterrizar, planearemos tres minutos antes de llegar a la pista para economizar el combustible que nos pueda hacer falta”.

—Por poco me da un infarto — dijo perplejo, … pero no tuve más remedio de seguir sus instrucciones cuando me explicó con tanta serenidad, que no me asustara, que no era la primera vez que esto pasaba debido a las rutinas de trabajo diario y la necesidad de estar a tiempo en cada lugar; además, continuó diciéndome, … estos aparatos, son tan nobles, que aguantan de todo y los kilómetros en la autonomía para cada vuelo normalmente los llevo en la memoria.

Cuando un avión planea, aprovecha la energía potencial almacenada en su altitud y la energía cinética de su velocidad para mantenerse en el aire. La carga adicional, cuando poca existe, hace más ligero el viaje pues el motor trabaja con más facilidad, por ello, a los pilotos que conocen estos temas aeronáuticos, les encanta volar con lo necesario.

Desde entonces, en mis viajes de urgencia, no solo me cercioro si el palo de escoba está en su sitio, sino que, como hombre precavido, yo mismo no subo a la C-172, hasta no comprobar que está debidamente tanqueada, pues en un aparato como este y con un experimentado piloto, solo basta con un poco de control.

Es imposible andar y andar los caminos sin confiar en algo o en alguien, de lo contrario todo se haría más difícil, pero la prevención ayuda.

Por: Fausto Cotes N.

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