Por Gustavo Cotes Medina
La Habana se vistió de gala para recibir a los 33 jefes de gobierno con motivo de la segunda cumbre de la Comunidad de los Estados Latino Americanos y Caribeños (CELAC), logrando un suceso político de gran importancia sin la presencia, como era previsible, de los Estados Unidos y con la asistencia por primera vez en territorio cubano de los secretario generales de la OEA y la ONU. La CELAC fue un hecho relevante sin las silla vacías que caracterizaban otras cumbres. América Latina fue declarada como zona de paz y libre de armas nucleares, con el compromiso vinculante de resolver pacíficamente sus diferencias y de desterrar para siempre la amenaza y el uso de la fuerza en la región, respetando el pluralismo, la diversidad y las coincidencias.
El evento marcó el fin de la tensión entre Cuba y México y se destacó la importancia de la presencia de una Colombia que no fue convidado de piedra sino protagonista logrando una suma de apoyos muy importantes para el proceso de paz con las Farc. El reto está muy claro: La prosperidad de la región, por cuenta de nuestros grandes recursos naturales, se debe convertir en desarrollo productivo, duradero e integral para enfrentar a la pobreza del 30 por ciento en que viven los latinoamericanos. Necesitamos crecer y atraer inversionistas “porque economía que no invierte, economía que no crece”.
Sin embargo, Estados Unidos acusó a los países miembros de la CELAC de traicionar los principios democráticos, al respaldar el sistema unipartidista de Cuba y de aceptar, sin cuestionar, las acciones represivas para privar a sus ciudadanos de expresar pacíficamente sus aspiraciones. Era de esperarse esa posición dominante y de decepción del Gobierno Obama. La CELAC puede considerarse como un triunfo de América Latina y del Caribe y es para resaltar el movimiento de integración genuina de las naciones de la región, independiente de lo que piensen o quieran Estados Unidos y Canadá.
El grupo de la CELAC tiene más miembros que la Unión Europea, 590 millones de habitantes, un producto Interno Bruto (PIB) global de seis billones de dólares y las mayores reservas del planeta. El grupo promueve el multilateralismo y la soberanía de los pueblos sin conflictos con la OEA, pero está enviando mensajes desafiantes a los Estados Unidos y a los centros de poder. La CELAC representa para Cuba el fin del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos. Ahora, José Martí duerme tranquilo: “Por fin logramos nuestra América desde el Río Bravo hasta la Patagonia”.