La primera parte de la obra que será inaugurada el 24 de agosto de este año costó 12.000 millones de pesos, recaudados gracias a donaciones y diezmos. ¿Cómo en una economía mediana como la de Valledupar una organización recauda el doble de la Teletón, que tiene impacto nacional? Para unos es una cuestión de fe, para otros es fenómeno netamente cultural.
A primera vista luce imponente y capaz de fascinar al más incrédulo. No solo su tamaño o altura, es su diseño moderno que se abre espacio en una arquitectura vallenata que no posee un templo o sitio de encuentro cerrado de igual magnitud.
La nueva Catedral Santo Eccehomo se levantó en Valledupar con características arquitectónicas que le hacen merecedora del título de la “catedral moderna más grande de toda Colombia”. Fue el entonces obispo de Valledupar, monseñor José Agustín Valbuena, quien consideró que la catedral de Valledupar se quedaba pequeña para los grandes eventos. Entonces, se expuso la idea de un templo con capacidad para cerca de 4.000 personas. Manteniendo las distancias con los megatemplos de Centroamérica donde se congregan hasta 10.000 personas, es un lunar de grandes proporciones en una ciudad de economía creciente.
Pero, ¿cómo se forja un templo de esa magnitud en una ciudad como Valledupar? Es el resultado de la unión entre el apoyo de los fieles y la influencia de la Iglesia.
En el 2014, la primera vez que el obispo de Valledupar, monseñor Óscar José Vélez Isaza, anunció la creación del templo en la celebración de la tradicional misa del Santo Eccehomo, entre los presentes estaban el exgobernador del Cesar, Luis Alberto Monsalvo, el exalcalde de Valledupar, Fredys Socarrás y el senador Álvaro Uribe, junto a congresistas, personalidades políticas y empresarios del departamento.
La primera misa crismal dentro de la nueva catedral en obra gris tampoco fue la excepción. Más de 4.000 personas sentadas y de pie acompañaron aquella homilía del 6 de abril del 2017.
Esa masiva asistencia y peregrinación permitió que entre donaciones y diezmos se levantara lo principal de la construcción, el templo y la capilla, avaluados en 12.000 millones de pesos. Para dar una idea, la Teletón, que se realiza anualmente con donaciones de todas partes del país, logró recaudar $5.365 millones en el 2018, menos de la mitad del avalúo del templo y la capilla que conforman la catedral de Valledupar.
Sin embargo, la obra va más allá. El moderno templo de unos 60 metros de largo y casi 30 metros de ancho está acompañado de la construcción de cinco funerarias, un salón proyectado para guardar 12.000 osarios y cenizarios y un parqueadero privado y más de 13 piezas múltiples y personales para los sacerdotes, todo construido con donaciones.
¿Cómo se logra recaudar tantos recursos? “Principalmente a la fe de la gente, Valledupar es un pueblo creyente. Con la fe todo es posible”, sostiene el obispo de Valledupar, monseñor Óscar José Vélez Isaza.
Sin contrariar el tema de la fe, expertos consideran que la capacidad masiva de recolección de la Iglesia gira en torno al tema cultural. “Las grandes construcciones de la Iglesia católica se hacen con donaciones. Eso es un fenómeno histórico. Ahora, ¿cómo se logra en una economía austera como la de la capital del Cesar? Primero, los ricos de Valledupar son de tradición católica. La gente tiene la percepción de que haciendo donaciones de esta naturaleza van haciendo una especie de ahorro para la vida eterna; y segundo, la iglesia es masiva, incluso esto es normal en una cultura como la nuestra”, explicó el antropólogo Simón Martínez.
Por eso, las campañas de recolección, que no se han detenido, se centraron en dos sectores. “Los amigos de la Catedral”, dirigida a la mayor parte de la población de clase media, quienes se comprometieron a aportar 10.000 pesos mensuales, y “Padrinos de la Catedral”, aquellos con mayor poder adquisitivo que podían hacer donaciones importantes mensuales o una sola. La Iglesia informa la cantidad general aportada pero no el aportador particular, por seguridad.
“Los recursos alcanzan para la catedral. Vienen nuevas campañas. La dotación de la catedral. Un centenar de bancas. Para las primeras ceremonias se alquilarán sillas”, agregó monseñor.
Nunca en la época reciente de Valledupar se habían construido tantos templos como en las últimas décadas, no obstante, ninguno transcendía a nivel nacional ni por su tamaño, ni por su concepto arquitectónico moderno, porque el Cesar es referente en templos antiguos, monumentos históricos.
EL RETO VEHICULAR: LA ENTRADA 300 VEHÍCULOS PROYECTADOS PARA CEREMONIAS ESPECIALES
Ubicado en la carrera 18, entre las calles 14 y 15, cada ceremonia especial que se celebre en el templo de la catedral representará un reto para las vías de ese sector del barrio San Vicente.
Por la proyección de 300 carros guardados en el parqueadero, al momento de la salida, existe la posibilidad de que se generen trancones en la avenida de las calles 16 y 14, como pasa en los grandes eventos de la Plaza Alfonso López, Coliseo Julio Monsalvo, entre otros. “Ahí tendría que compaginar con la administración municipal porque indudablemente eso tendrá un carácter público y así como otros espacios, tendrán que generar espacios…
“Si piensan con criterios futuristas podrían ir pensando en la eliminación de ciertas construcciones que no tienen impacto en lo urbano para mejorar la parte del parqueadero. Tienen que pensar en grandes dimensiones porque la construcción lo amerita”, agregó Martínez.
LOS DESTERRADOS DE LA CATEDRAL
Antes de la construcción una parte del terreno servía de parqueadero y otra pequeña era parte del cementerio de la Diócesis. La parte del parqueadero fue tomada totalmente, la del cementerio la mitad.
Con las tumbas marcadas y con salida a la superficie no hubo problemas, pero sí con las que no estaban identificadas, pues eran cuerpos sepultados como NN. Durante las excavaciones de las máquinas, a dos o tres metros de profundidad, tumbas sin dueños ni identificación y restos fueron encontrados.
“El cementerio se vio reducido, en la parte del frente donde se hará la zona de parqueo. Entonces lo que hicimos fue que esas tumbas las trasladamos a la parte que quedó habilitada. Pero en algunas tumbas que no había nombre ni estaban marcadas, las máquinas cavaban y se encontraron que había tumbas sin identificar. Esos cuerpos, sin nombres, quedaron en un sector diferenciado como NN, sin nombre”, reconoció monseñor Vélez Isaza. Al momento que un pariente desee reclamar alguno de esos restos deberá practicar pruebas de ADN.
Pero la pequeña parte que quedó del cementerio de la Diócesis también será removida. Como no es compromiso de la Iglesia mantener o crear un cementerio, el municipio deberá encargarse de conseguir un terreno a las afueras de la ciudad para trasladar el campo santo. “Las nuevas normas impiden la construcción de cementerios en zonas urbanas de la ciudad”.
DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
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