Los territorios trascienden por la tradición oral, entre más rica, más atractivos y representativos serán y, por ende, más turismo generarán. Como el legado de Gabriel García Márquez, cuando en su imaginación concibió Macondo, con todo tipo de exageraciones cargadas de magia, con un componente autóctono que trascendió fronteras y, hoy, nos identifica ante el mundo. Por esa misma línea, recientemente, el talentoso cuentero y escritor Goyo Guerrero, relató una historia de cómo se originó el nombre de uno de los barrios con mayor tradición en Valledupar: La Cagá. Una historia memorable, llena de matices, con un planteamiento profundo, nudo y desenlace espectacular, recreada por el singular artista con mucho humor; la narración genera todo tipo de sensaciones, relata un enfrentamiento entre vecinos, con bolsas de excremento, que originó todo un movimiento en el barrio, en solidaridad con una familia muy vallenata, como son los Pumarejo, una escena que parece sacada de Cien años de soledad.
Aunque lo verdaderamente increíble es que por el cuento y su magistral relato, hayan personajes ofendidos, a tal punto, de pretender amedrentar al cuentero con un audio en WhatsApp. Una obra de arte de la cuentería y la oralidad garciamarquiana, que se hizo viral en redes, y destaca el lugar, englobado en 4 manzanas entre carreras 4 y 5 y la calle 14, como un manantial de historias y personajes propios del realismo mágico. El barrio La Cagá es emblemático, además de ser histórico; fue la primera entrada a Valledupar, en la llamada calle La Nevada, hoy tienda La Canoa, por donde llegaba la gente de La Guajira; por ahí, iba Escalona a Badillo a parrandear con el Dr. Maya y también, llegaba de Guacoche Moralito en su burro, buscando la casa de los Galindo para sus célebres encuentros de piqueria. Además, los carnavales de este barrio son los más memorables y recordados por los Reinados de las Vicarias, hay una reina que nunca pude olvidar, desde que era un niño, Lola Romero, una diosa de Ébano, escultural, con unos cautivadores ojos verdes, quien paralizaba el tráfico por donde pasaba. Había tamboras tradicionales, como la de Los hijos de Chava y la de Los Borja. Personajes como Mahoma, el armero más reconocido del viejo Valledupar, vivía donde sus hijas tienen ahora el restaurante, con la gastronomía criolla más sabrosa del Valle. Igualmente, es necesario destacar personas ilustres como Chiche Galván, el sastre de talle alto con más arraigo de la época, quien sigue siendo referencia de la costura vallenata y Olguita Gutiérrez, cómplice de las grandes canciones del maestro Gustavo Gutiérrez. Ahí vivió Diomedes Díaz, a los 15 años, cuando llegó de La Junta para trabajar en Radio Guatapurí como mensajero; también el compositor Wicho Sánchez, enfrentó al Buey Mariposo, un personaje mítico y del encuentro surgió un bello clásico vallenato. Así mismo, por sus calles de noches plenilunares, se inspiró el compositor Santander Durán para crear bellos pasajes de la música Vallenata, como Ausencia y Palabras al viento. En ese lugar, se escuchaban las guitarras de Hugues Martínez y Carlos Espeleta, en serenatas inolvidables. El Cocha Molina también creció allí, cuando llegó de Patillal y quería aprender a tocar acordeón, siempre con sus entrañables amigos, Nenón, Augusto Ariza y José Molina. También fijó su residencia Poncho Zuleta y recientemente, Ana del Castillo, construyó su mansión sobre la casa donde creció y no le dio pena mostrar su origen.
Es un lugar de callejones estrechos y noches mágicas, sus coloridos y llamativos murales, lo han hecho tan atractivo, que es recomendación infaltable para quien visita la ciudad, por eso es necesario convertirlo en producto turístico. Pero la intolerancia, la ignorancia y la violencia de quienes quieren atacar a un artista como nuestro amigo Goyo Guerrero, simplemente por contar un secreto a voces de cómo surgió el nombre del barrio más famoso del Valle del Cacique Upar, es lo que no nos permite crecer, en serio, no podemos como vallenatos seguirnos agrediendo de esta manera, debemos buscar en la reconciliación motivos para crecer y ser más unidos; a Valledupar se la está llevando la violencia y solo faltaba que por nuestras historias, también se inicie un reguero de sangre. Por cierto, debo decir que fui yo quien le relató a Goyo la historia que lo tiene en líos, porque también yo crecí y me crie en el barrio. La Cagá es un barrio de fantasía y habladurías, propias del Caribe mágico, con lenguas afiladas y una mamadera de gallo única, cuenta además con un reconocido parque, con restaurantes y bares, en un vértice donde confluyen 4 Barrios tradicionales: Cañaguate, La Guajira, La Cagá y Novalito; bueno ahora serían 5, contando el recién nombrado, por otro famoso personaje de este entorno macondiano, el Goñi Rumbo quien lo rebautizó como: Cagalito. Ojalá que ese ganadero de apellido Pumarejo, responsable del audio amenazante, según denunció Goyo Guerrero, reaccione y deje de estar amedrentando personas buenas que solo intentan hacen arte. Toda mi solidaridad con el cuentero y ojalá la Fiscalía actúe rápido para descubrir a este bárbaro.
Por: JACOBO SOLANO C.