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La cacofonía del desencuentro

Gustavo Dudamel nació en Barquisimeto, Venezuela, hace 36 años. A pesar de su relativa juventud, hoy es conocido mundialmente como un verdadero maestro de la música clásica. Es el gran director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, la Sinfónica de Gotemburgo y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. En 2012 obtuvo el Premio Grammy por la dirección de la Sinfonía N° 4 de Johannes Brahms y hace poco se casó con la bella actriz española María Valverde. Quizás su gloria, su fama y su fortuna han sido precoces, pero es difícil decir que inmerecidas.

Desde niño se consagró como el prodigio del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que fue puesto en marcha por José Antonio Abreu y que después impulsó Hugo Chávez con fervor. En 2007 Dudamel fue designado por “El Comandante” (a quien definió en cierta ocasión como “un tutor maravilloso”) padrino de la Misión Música que buscaba incorporar a un millón de muchachos al “Sistema”.

La cercanía que tuvo Dudamel con Chávez resulta innegable (hasta presidió su funeral), pero hoy ha tomado distancia de Maduro, el dictadorzuelo.

—Maestro, ¿cómo percibe la realidad política de su país?

—Nos encontramos en una bifurcación de tal importancia que todos los ciudadanos tenemos el deber de hacer aquello que esté a nuestro alcance para superar la situación actual. Al igual que muchos otros venezolanos, me siento en la obligación personal de ayudar en la más importante tarea del presente: defender los valores democráticos fundamentales, evitando así que la sangre de nuestros compatriotas continúe siendo derramada.

—¿Qué piensa de la Asamblea Nacional Constituyente?

—La forma en que las autoridades de mi país han llevado adelante esta medida no hace más que avivar el conflicto nacional antes que solucionarlo.

—¿Qué debe hacer la clase política venezolana ante este caos?

—Pido encarecidamente a todos los líderes políticos sin excepción que cumplan con su responsabilidad como representantes del pueblo venezolano y se encarguen de crear las condiciones necesarias para lograr un nuevo marco de convivencia.

—Como artista, ¿qué propone usted?

—Como director de orquesta, he aprendido que nuestra sociedad, al igual que una orquesta sinfónica, está formada por un gran número de personas, todas ellas diferentes, singulares e irreductibles… Esta maravillosa diversidad conlleva a que en la política, al igual que en la música, no existan las verdades absolutas y que para prosperar como sociedades –al igual que para alcanzar la excelencia musical– debamos crear un marco de referencia común en el que todas las individualidades se sientan incluidas más allá de sus diferencias. Un marco de referencia que contribuya a evitar el ruido y la cacofonía del desencuentro, permitiendo afinar un acuerdo que, desde la pluralidad y las divergencias, logre alcanzar una armonía política y social.

Gustavo Dudamel está mandando un mensaje claro a la dirigencia y al pueblo de Venezuela: la solución a la crisis es el diálogo. Sí, el dialogo entre los diferentes e incluso entre los parecidos (por ejemplo, la oposición no está unida). Un golpe de estado, una intervención militar extranjera o unas sanciones económicas, no serán el camino hacia la reconciliación y el restablecimiento de la democracia. Ahora hay que hablar, que acordar. En ultimas, Dudamel sabe que el pueblo debe decidir: “La única victoria posible y legítima debe darse a través de las urnas… y el más absoluto respeto a las leyes que nos gobiernan”.

Nota: Este diálogo con las ideas del maestro Dudamel fue elaborado a partir de un texto suyo titulado: Una Venezuela democrática para todos, que fue publicado en El País de España el 19 de Julio de 2017.

Por Carlos César Silva
@ccsilva86

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