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La basura no se bota, se recoge

Uno de los grandes problemas del mundo ha sido sin duda alguna el tratamiento de la basura, países desarrollados que convierten en sus basureros a los países más pequeños.

En principio, la basura no se veía como fuente de dinero, botar y botar sin tratamiento alguno y gastar dinero en su procesamiento es lo angustiante de los gobiernos.

Muchos ambientalistas se dieron a la tarea, desde hace muchos años, de concienciar a la gente, desde la fuente misma de la generación de la basura, el hogar.

Y desde luego cada elemento en la familia: padre, madre e hijos, principio de acción, que, con una educación precisa en el tratamiento residual, estaríamos dando inicio a un verdadero proceso revolucionario en la conducción de la basura.

Nada fácil hacer del manejo de la basura una verdadera empresa rentable, hay personas que con un mínimo esfuerzo se han convertido en millonarios, tratando la basura, reciclándola y generando plata para su beneficio personal.

Pero debemos empezar por lo más expedito e importante, es decir enseñar y culturizar a la gente en el manejo de sus propios residuos.

Hablemos de lo que nos duele e interesa: Valledupar se ha convertido en un basurero, y vemos, ya casi sin asombro, que cada día hay más basura regada por las calles de la ciudad.

Y aquí le damos entrada a la famosa frase acuñada con un mensaje especial: “La basura no se bota, se recoge” y a pesar del esfuerzo de los ambientalistas del Cesar, de promover campañas, de sentenciar que el mundo vallenato se está acabando por la falta de consideración de los propios y foráneos en el manejo de los residuos.

Hay deforestación, hay basura alrededor del rio Guatapurí; vemos que desde los carros, públicos y privados, la fácil es abrir la ventanilla y arrojar la basura a la calle. Lo hemos visto incontables veces.

La gente va de paseo y deja la basura en donde retozó, el descanso genera hasta la pereza de recoger lo que se produce como basura.

“En Estados Unidos una campaña publicitaria televisiva conocida como The Crying Indian (“El indio que llora”) ayudó a cambiar la perspectiva.

Apareció por primera vez en 1971, mostrando a un nativo americano remando en su canoa por un río contaminado por la basura y de pie junto a una carretera mientras un automovilista tira una bolsa de detritus de comida rápida a sus pies.

“La gente crea contaminación”, dice una voz. “La gente puede dejar de hacerlo”.

El indio voltea la cara hacia la cámara y se ve una lágrima rodando por su mejilla.

El anuncio, sin embargo, no era lo que parecía, y no solo porque el actor resultó ser un inmigrante italiano de segunda generación.

Fue financiado por una organización respaldada por las principales compañías de bebidas y envases.

Pero el indio llorón buscaba plantear una idea diferente: ”las personas eran las responsables de sus propios residuos”.

Claro que sí; somos responsables, cada uno de nosotros, de nuestro propio residuo. Por ello debemos empezar por tomar conciencia de la manera en que tratamos la basura, desde nuestro propio hogar, es decir desde el planeta, la tierra. Nuestra casa.

“La basura no se bota, se recoge”. En nuestras manos está, empecemos por Valledupar que está inmunda, pareciera no tener doliente.  Sólo Eso

Por Eduardo santos Ortega Vergara

Categories: Columnista
Eduardo Santos Ortega Vergara: