La Paz es un municipio ubicado en el norte del departamento del Cesar, rico en tradición no sólo por mantener como fuente de empleo uno de los mejores panes del mundo sino, la almojábana, sino por su riqueza en cultura y música.
La Banda de La Paz hace parte de ese tesoro inagotable de talento, la representación folclórica ha surgido por parte de artistas ilustres, como Manuel Andrés Sierra Márquez, más conocido como ‘Manito Johnson’.
En 1944, a la edad de 10 años, él ya sentía el llamado de la música en sus venas, aunque no venía de una familia con tradición musical. Manito se interesaba por conocer y explorar la vida artística, la entonación de los cantos que sonaban en aquella época y el querer manipular los instrumentos que hacían que las canciones tuvieran vida.
Siempre estaba en los lugares donde sabía que iba a tocar La Banda de La Paz conformada en aquella época por Juan Jerónimo Oñate, Pedro Calderón, Clemente Calderón, Luis Gregorio y Carlos Calderón, Andrés Vicente Gutiérrez Marco Romero y Marco Pérez. Manuel, a un lado de la tarima, analizaba y aprendía de cada actuación de quienes fueron sus ejemplos a seguir.
A la edad de 18 años tuvo su primera oportunidad. “Una vez estaban tocando ellos una pieza que se llama ‘Cógeme la caña’ y el que estaba tocando el bombo no le sabia dar el ritmo a la pieza, entonces me agarraron y me pusieron a tocar el bombo y dijeron – Mira si este es el bueno para esto- Y ahí supe que eso era lo mío”, expresa Manuel Sierra al recordar cómo empezó a dar sus primeros pasos en lo que sería su vida, la música.
Más adelante, luego de haber tenido aquel primer encuentro con La Banda de La Paz, él logró acoplarse al trabajo y exigencias que amerita mantenerse en el camino artístico. Como paso siguiente, comenzó a tocar la percusión: la batería, los timbales y la timba fueron los primeros instrumentos de Manuel Sierra, objetos que ayudaron a sumar a la formación de este ilustre músico pacifico.
Como aquella banda de La Paz en donde comenzó estaba conformada en esos tiempos de personas mayores, Sierra Márquez siente que debía asumir la responsabilidad de liderar y convertir en tradición ese legado musical que exaltaba el buen nombre del municipio que lo vio nacer. Muchos de los integrantes de la banda fueron muriendo, ya sea por años o por enfermedades, fue entonces cuando Manuel decide conformar la segunda banda de La Paz, estaba vez, y como siempre había soñado, bajo su cargo.
“En aquellos inicios la banda no era muy apetecida, era como si no sirviera y resaltaba más la música de las bandas de Villanueva, Urumita, El Molino, Chiriguaná, Valledupar y San Juan”, añade Sierra.
Tenía ya 20 años cuando toma el control de la nueva generación de La Banda de La Paz, cantando música de acordeón con los hermanos Miguel y Pablo López y Juan López. Pero no sólo entonaban canciones de aire, como antiguamente se le conocía al vallenato, sino que se atrevían a cautivar con otros ritmos. ‘El tigre mono’, un merengue de la época y canciones del maestro Leandro Díaz en las que se encontraban ‘Olvídame’, ‘El Verano’, ‘La Primavera’, hacen parte de su repertorio.
Tiempo después, algunos seis o siete años más tarde, como lo resalta Manuel y en su afán de no dejar perder ese grupo musical, al cual le había encontrado mucho sentido, piensa que era el momento de consolidarlo más.
“A mí como me gustan las cosas buenas, se me vino a la cabeza que yo tenía que hacer una banda musical buena, con renombre, escuchadas en todos los rincones de la región”, recuerda.
Agrega que en aquella época el medio para comunicarse entre los colegas músicos de otros municipios era a través de telegrama, por lo que no fue fácil buscar a los integrantes de la banda.
Manuel Andrés Sierra hace un contraste de la música de antes, la de hace 70 años, que se identificaba como rumba, folclor, danza y muy pocos porros (al menos en esta parte del Cesar).
Cuando cumplía los 32 años de vida, el popular Manito Johnson ya contaba con un reconocimiento por su particular forma de cantar, era un cantante con voz fuerte, penetrante y melodiosa que lograba acoplarse a las distintas letras musicales.
Agrega para el año 1972 la banda ya contaba con personería jurídica y él estaba catalogado como uno de los mejores cantantes en la música tradicional de la región Caribe colombiana.
Anécdota
El seudónimo de Manito Johnson tiene dos historias. Una de ellas tiene como protagonista a la señora pacífica Juana Bautista Mieles, quien cuando Manuel estaba muy pequeño siempre jugaba con él, cargándolo y cantándole: “Manito 1, manito 2, manito 3”. Aunque no era más que esa frase, bastó para ser reconocido como Manito.
Por otra parte, 34 años más tarde en un toque realizado en el festival del fique de La Junta, la Guajira, se encontraba Jaime Pérez Parodi presentando las fiestas de ese pueblo y cuando llegó la hora de la presentación anunció la banda de ‘Manito’.
En ese momento comenzó Pérez Parodi a darle la prevención a la banda, hecho que repitió hasta el punto de que, sin querer, dijo: “Prevención para la banda de Manito Johnson”, situación que le dio nombre artístico a Manuel, como uno de los representantes de la música del municipio de La Paz.
Hace 22 años se apartó de la vida musical, por problemas en su salud, falta de apoyo y compromisos de los otros miembros de la banda. “Éramos una agrupación buena, lo mejor que había en la región y fuera de ella”, acota.
Asegura que durante 22 años tocó con la banda por todo el Caribe colombiano, sus plazas principales eran Maicao, Barranca, Fonseca, Distracción, San Juan, Codazzi, La Jagua de Ibirico y Valledupar, con tarifas de 150 mil pesos por toque.
Aunque son pocos los reconocimientos que se le han hecho a La Banda de La Paz y a él como uno de sus creadores, ‘Manito Jhonson’ siente que dejó un gran legado y que afortunadamente, aunque no se mantenga, persiste y vive en la memoria de las nuevas y viejas generaciones de La Paz.
Las canciones de la banda ahora se escuchan en otras agrupaciones musicales, que interpretan El Toro Negro, El Perro Negro y el himno del municipio de La Paz.
“Aquí hay músicos excelentes, jóvenes, que sirven para hacer orquesta o una banda, pero a eso lamentablemente no le paran bolas”, lamenta el veterano que hoy anhela que el surgimiento de una tercera generación de La Banda de La Paz, que siga la tradición, que siga alegrando el corazón del pueblo pacífico.
Por: Eduardo Moscote / EL PILÓN
Eduardo.moscote@elpilon.com.co