Hay algo que aunqueno nos guste debemos aceptar: los temas estratégicos, importantes, técnicos, no son electoralmente populares. No dan votos. No son virales porque no mueven emociones.
Y en campaña, al menos en Colombia, lo que importa es conseguir votos sin importar los medios. Por eso aunque los candidatos intenten soltar ideas, centrar el debate en las propuestas, los asesores, encargados de medir el impacto de una entrevista, de una publicación, enseguida reaccionan y dicen: eso no vende, eso no impacta. Movamos emociones. Seamos virales.
Y como sabemos, lo popular no siempre es lo más útil, ni lo que más vende lo mejor. Por ejemplo, los ataques son populares, por eso al que ataca le va bien. De allí que una publicación, video o texto, o un debate donde el centro sean las ideas, poco vende. Pero si en los debates los candidatos se atacan, son satíricos entonces mejora la audiencia. Esas son banalidades de la campaña.
Ahora, Gustavo Petro revivió una nueva disputa: ¿Quién llena más plazas? El líder de izquierdas volvió a las masivas movilizaciones después de décadas en que no eran protagonistas en las elecciones. Entonces los candidatos no quisieron quedarse atrás y ahora también llenan plazas, cueste lo que cueste.
Y ya no nos preguntamos qué dijo en la plaza, sino si la llenó o no. Tal como pasó en Valledupar. El debate se centró en si Gustavo Petro llenó la plaza Alfonso López, discusión que revivirá con la visita de Federico Gutiérrez este miércoles.
¿Nos rendimos? ¿Nos resignamos? ¿Definitivamente las cosas técnicas están destinadas a pequeños círculos de discusión?
Colombia merece una mejor campaña electoral, esta no vez no fue.
Y lo lamentable (o lo afortunado, desde otro punto de vista) es que en pocos meses quien gobierne y administre este turbulento y complejo país, Atlántico, Pacífico y Andino, tendrá, forzosamente, que arroparse de información confiable y pertinente, de analistas y asesores técnicos y adoptar decisiones certeras, porque los problemas le van a estallar en sus oficinas de despacho, la gente en las calles no dará espera, y las satisfacciones inmediatas podrán ser, pasado el tiempo, los sinsabores y esperas de siempre.
La banalidad y la realidad
Lo banal, superficial y emocional de la campaña no esconde la simbología, la semiótica. Esa ciencia de los signos y señales de comunicación entre las personas y grupos sociales. Hemos mencionado que estamos en una era de la trayectoria de la sociedad humana, que llamamos del espectáculo y del escándalo, y buena parte se expresa a través de esos signos, gestos, expresiones y muecas de sus personajes.
Se arma un zafarrancho porque Francia Márquez , la candidata vicepresidencial de Gustavo Petro, dijo que se importaban huevos de Alemania. Se le censuró con burla y banalidad porque los huevos no provienen de ese país, pero en su defensa aquella dijo que se refería al volumen tan grande de alimentos importados. Eso era lo que quería decir. Lo cierto es que esos huevos no llegan al país pero los ponen gallinas cada vez más nutridas por insumos no producidos en Colombia.