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La apertura hacia adentro

Por: Amylkar D. Acosta M1

Al parecer el Ministro de Hacienda abriga la esperanza que la tan cacareada bonanza minero-energética lo saque de apuros y le ayude a superar las aulagas fiscales que ya se avizoran, porque a la anunciada rebaja de impuestos a las empresas, le vino a sumar la desgravación arancelaria que decretó recientemente. A través de los decretos 4114 y 4115 de 2010 el Gobierno Nacional rebajó unilateralmente el arancel nominal del país de un promedio del 12.2% al 8.3%.  Supuestamente esta reforma aceleraría el crecimiento en un 0.22%, crearía 150.000 nuevos empleos y elevaría las importaciones en US $2.500 millones (un 7% en dólares). Desde luego, nada de ello ha sucedido y como siempre nos quedamos con el pecado y sin la gracia.
Este paso que se acaba de dar es apenas comparable con la desgravación arancelaria de la década de 1990 cuando se recortó el arancel de 22.5% a cerca de 11% y se llevó la gran mayoría (98%) de las posiciones arancelarias a libre importación. Huelga decir que, como lo señala ANIF, “este tipo de medidas deja sin algo de piso las negociaciones de los TLC…dando dádivas a cambio de ningún esfuerzo de las contrapartes”. Ello resulta más inverosimil, en momentos  en que en el resto del mundo soplan vientos proteccionistas. Según Andrés Espinosa Fenwarth, Asesor del despacho del Ministro de Agricultura, “la OMC encontró que entre octubre de 2010 y abril de 2011, los miembros del G – 20 impusieron 122 nuevas restricciones comerciales equivalentes al 0.5% del comercio mundial, el doble de lo registrado en el período de mayo a octubre del 2010. Después del estallido de la crisis global desatada por la quiebra de Lechman Brothers en septiembre de 2008, las econonomías del G- 20 han impuesto 550 medidas que restringen de manera preocupante el comercio global. A nivel sectorial, el 16.5% golpea la agricultura y el restante 83.5% a la industria. ¿ Y en qué estamos en Colombia? A la penúltima moda”.
Este paso en falso de la política de comercio exterior además de inoportuno tiene un costo fiscal nada despreciable, del orden de $1 billón, equivalente a 0.2% del PIB. Concomitantemente se le ha asestado un duro golpe a la producción y a la industria nacional. De acuerdo con ANIF, “se desgravaron productos sensibles, tales como textiles, productos metálicos y productos de caucho y plástico, entre otros, enfrentándolos a la feroz competencia de China y EEUU, en momentos en que la tasa de cambio real continúa sobreapreciada en cerca de un 10%-15% y no hay posibilidad de compensar a sus empresarios reduciéndoles sus sobrecostos de transporte por graves atrasos en la Agenda Interna…con una tasa de cambio sobrevaluada en un 10%-15%, se sustituiría producción nacional por extranjera, especialmente de fabricación china. Este efecto puede entonces acelerar la desindustrialización causada por el auge minero-energético”.
Así se entiende la razón por la cual se han disparado en más de un 37.6% (con un aporte de 4.5 puntos porcentuales  a la variación total) en los primeros cuatro meses del año con respecto a igual período del año pasado las importaciones provenientes de China, convirtiéndose en unos de sus mayores proveedores. Los fabricantes de calzado en Colombia están aterrados; como dijo Luis Gustavo Flórez, Presidente del gremio, “nos tienen perplejos y con una gran preocupación”. Y no es para menos, pues las importaciones de calzado crecieron en los primeros cuatro meses del año el 68% (¡!) y, lo más atortolante, uno de cada cinco pares de zapato importados legalmente durante dicho lapso costaba un dólar o menos puesto en el mercado nacional. Durante los primeros cuatro meses del año las importaciones originarias de China acumularon un crecimiento de 50% (¡!), las de Japón 58.2% (¡!) y las de Corea 27.1%. Para este mismo período, el 12.7% del total de las compras externas realizadas por Colombia fueron originarias de China, 3%  de Japón y 2.2% de Corea, para un acumulado de 17.9%.
Se ufanarán los aperturistas de que estamos llegando a los mercados del lejano Oriente, pero no para vender sino para comprar; se repite la historia de los años 90, la apertura hacia adentro: las compras externas originadas en el país asiático alcanzaron los US $522.6 millones, las de Japón US $119.2 millones y las de la República de Corea US $100.5 millones.

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