Días atrás recordábamos que el departamento del Cesar es un territorio diverso, porque combina una amplia zona de bosque seco tropical con más de 350.000 hectáreas de humedales desde San Alberto hasta Valledupar. Aunque en el norte predomina el bosque seco tropical, Valledupar cuenta con tres humedales: El Eneal, María Camila y Sicarare.
Los tres enfrentan grandes desafíos de sostenibilidad por la intervención del hombre. No obstante, en el centro del Cesar está ubicada la Ciénaga de Zapatosa, el humedal de agua dulce más grande de Colombia, de importancia internacional y categoría Ramsar, y que nos ha puesto en el centro de la discusión ambiental.
EL PILÓN realizó una visita, invitados por la Fundación ‘Color de Colombia’, quienes organizaron un importante evento con autoridades regionales, locales y los estudiantes con el objetivo de fortalecer los conocimientos alrededor de la ciénaga de Zapatosa.
Ese cuerpo integrador del río Cesar, el río Magdalena y los departamentos del Cesar y Magdalena, que se ha reconocido en todos los ámbitos. Primero y lo más importante, antes de adelantar en el escrito queremos hacer un reconocimiento a la gente de la Ciénaga y de nuestros ríos, de la cultura costeña anfibia, por su especialidad, su resiliencia, su gastronomía su actividad agrícola y pesquera y su disposición siempre franca a estar atenta al progreso y a la atención del Estado.
Es el corazón del Cesar el que representa ese escenario que podría ser de una atracción turística sin igual y que no ha podido ser valorada por el país ni los cesarenses, por la dificultad en el transporte, o por la percepción de inseguridad reinante que hace vivir en las grandes ciudades y no salir a poblados más distantes. Pero que nunca han vivido la experiencia de hacer extraordinarios viajes como los que en la pandemia hicieron nuestros reporteros entre Saloa y Sempegua.
Para no desaprovechar la oportunidad esta vez volvimos, viajamos y recorrimos la ciénaga en lancha . El cuerpo de agua de Colombia no pierde su imagen, obliga a mirar desde el cielo, el paisaje verde y el lento caudal.
Pero eso no oculta el problema ambiental que atraviesa la ciénaga: el duro verano (a pesar de las lluvias) ha creado islas en las que crecen paisajes verdes. Los lancheros se ven obligados a dar vueltas por los lugares secos y el recorrido pasa de 20 a 40 minutos. También surgieron playones, desérticas playas que se extienden en época de verano.
El problema lo agrava la ganadería mal hecha: mientras se recorre la ciénaga se pueden ver cientos de vacas que se alimentan en las islas y las orillas, destruyendo la biodiversidad a cada paso.
La ganadería extensiva al lado de la ciénaga de Magdalena amenaza su sostenibilidad. Según información de Corpocesar, con una extensión de 40.000 a 60.000 hectáreas, dependiente la época del año, la ciénaga contiene cerca de 500 plantas vasculares, 45 especies de peces y 30 especies de mamíferos.
Por eso, se hace un llamado a las autoridades para que, a través del diálogo y los mecanismos que permite la normatividad colombiana, protejan la principal riqueza natural del centro del departamento del Cesar.