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La alcancía les cambió la vida

Esta es la historia de cómo unos vendedores ambulantes pasaron a ser propietarios de una exitosa microempresa. EL PILÓN/JHONNY MOLINA.

Hoy en la sección Hecho en Valledupar, se resalta a una reciente microempresa de alcancías llamada ‘La bendición del Altísimo’. Así quisieron llamarla los esposos Rocío Benavides y Gilme Franco Lozada después de haber pasado por muchos obstáculos y porque ven en ello, un milagro del cielo el haber cambiado de ocupación.

Ella, oriunda de La Victoria, Bolívar y él de Villavicencio; se conocieron en La Guajira, pero fue en Valledupar donde decidieron casarse y quedarse a vivir hace 19 años. Desde entonces han buscado un sustento para su hogar. Inicialmente eran vendedores ambulantes.
“Nosotros vendíamos jugos al frente de la Gobernación, después tuvimos un ‘todo a 500’ y ahí nos vino esa idea. Ahora le agradecemos a Dios por todas sus bendiciones”, afirmó Rocío, un poco nostálgica al recordar los viejos tiempos.

Después de salir del almacén, se dedicaron a vender alcancías a otros establecimientos, pero no tenían suficientes para la gran demanda. Por eso escucharon a un amigo y decidieron hacerlas ellos mismos: “Empezamos perdiendo plata porque no sabíamos cómo hacerlas, pero después aprendimos y logramos terminar a mano algunas y así mismo las llevábamos a los almacenes”, agregó.

Sin embargo, tuvieron dificultades en la producción porque cortaban con bisturí, pegaban y sellaban a mano. Cuando se acostumbraron a la técnica, hacían 500 unidades al día. Los esposos y un sobrino, eran los que conformaban la microempresa, que luego creció en infraestructura y la mano de obra, generando de esta forma empleo en la ciudad.

Se hizo necesaria la compra de máquinas especializadas para perforar, cortar y sellar, pero no tenían el dinero para invertir. Por eso acudieron a la Alcaldía de Valledupar, que durante un año los mantuvo expectantes y exigiéndole documentación. Sin embargo no pasó más nada. Entonces decidieron hacer un préstamo en el banco, y fue así cómo consiguieron comprar las herramientas necesarias para tener una mayor producción y unos mejores ingresos.

“Uno tiene que arriesgarse, para conseguir lo que se quiere. Después de adquirir las máquinas, pasamos de hacer 500 a mil alcancías, luego dos mil y ahora sacamos diariamente de seis mil y a siete mil alcancías”, manifestó Benavides, orgullosa de lo que han logrado.
Aunque aún le deben al banco, los pequeños empresarios sienten que poco a poco les cambia el panorama, antes sólo se limitaban a vender a almacenes en Valledupar y ahora lo hacen en todo el departamento, así como a Barranquilla, Santa Marta, Cartagena y Sincelejo.

¿Por qué hay tanta demanda de alcancías?
La bendición del Altísimo produce cada mes más de 140 mil recipientes metálicos para venderlo al por mayor. La pregunta que EL PILÓN le hizo para finalizar la entrevista es por qué cree que hay tanta demanda de este producto en el Cesar y otros municipios, a lo que Rocío contestó entre risas que, “la gente ahorra monedas y billetes, pero así mismo destapan la alcancía para sacar el dinero, porque sinceramente vendemos bastante”.

La microempresa solo produce alcancías metálicas y en dos tamaños, las alcancías, de 50 y 25 centímetros. Hay motivos de corazones, princesas, flores, entre otros.

La pareja siempre está agradecida, porque ahora con esta pequeña empresa tienen muchas ventajas. La primera, es que están cerca de sus hijos, quienes ayudan en la producción en las mañanas porque estudian en las tardes. Además la sede queda cerca de su casa en el barrio Los Mayales de Valledupar. Este es un gran ejemplo de cómo se puede lograr la consecución de las metas a través de la visión y el trabajo.

Procedimiento
1-Se fabrica el tubo de cartón.
2-Se corta el tubo del tamaño que se quiere.
3-Se pega el papel regalo.
4-Se perfora la tapa.
5- Se sella.
6- Se empaca y lista la alcancía.

Por Tatiana Orozco Mazzilli
Tatiana.orozco@elpilon.com.co

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