Luego de la respuesta del Tribunal Administrativo de El Cesar en reacción a un editorial de EL PILÓN, de la que nos llamó la atención que se concretara solo en el tema de una estación de gasolina enclavada en el centro, -dejando de lado aspectos importantes expuestos en el mencionado editorial como el del soterramiento de redes, verbigracia- vimos que dicha estación de manera sorpresiva y a ‘las volandas’, mientras espera ser adquirida por el municipio, sin que tenga hoy certificación de uso para distribución de combustible pues así lo determinó la sentencia del Consejo de Estado, en instancia final dentro del proceso de Acción Popular iniciado por los Amigos del Centro AVIVA, -y por la que como consecuencia se ajustó la norma de planeación- decidió ampliarse, aumentando su capacidad con la construcción de una isla adicional de surtidores, que sepamos sin ninguna autorización de Curaduría, salvo que ésta haya decidido violar la sentencia y el propio plan de ordenamiento.
Decimos mientras espera ser adquirida, pues no existiendo uso habilitado para operar se impuso el requerimiento de que saliera del tradicional sitio. ¿Si no tiene uso cómo se valoraría como ‘negocio en marcha’?
En olímpico abuso, cuando se estaba en la estricta cuarentena que implicó parar las obras contratadas por la alcaldía y por el Siva en el Centro Histórico, los propietarios de la estación aprovechándose de ella, y según se ha comentado de las máquinas paradas por el contratista de aquello, duplicó su capacidad de atención a la clientela.
La Alcaldía suspendió la obra, después de colocarse un derecho de petición por Aviva, pero tarde: ya había concluido la bomba su ampliación.
Una muestra más de que la alcaldía llega tarde, de que en las narices del mandatario se hacen estas cosas, en una situación en que hay una ciudadanía vigilante. De lo que se pregunta por inferencia, ¿qué está pasando en el resto, en gran parte de la ciudad, en la que suele construirse sin licencia, se obtiene pero no se cumple o se hace parcialmente o se le muerde a los retiros o a las cesiones que deben hacerse?, cuando no se apodera de éstas últimas y termina el municipio, que representa a la comunidad y su patrimonio de todos, sin escritura y registro que le permita gozar de sus propios bienes.
Y aquí llegamos al punto de que la alcaldía o no conoce o no tiene comprensión cabal de sus propios activos, o de que no estaría ejerciendo con prontitud y acierto las acciones administrativas y judiciales en defensa de ellos.
Por eso, además de la voluntad del gobernante, que ha quedado por el piso en esta actuación en la que no pudo con sus colaboradores advertir lo que hacía el hábil propietario constructor, hemos puntualizado en la urgencia de hacer una reforma administrativa que fortalezca el control y manejo del municipio sobre sus exigentes tareas de una circunscripción que ya ha superado el medio millón de habitantes. La Administración es rebasada en aspectos de control del espacio público, la circulación, el uso del suelo, el medio ambiente, la informalidad desbordada y ahora será más.