En el corregimiento de El Plan, La Guajira, vivió y murió la vieja Sara, en una casa de barro que le regaló su hijo Emiliano Zuleta Baquero. Allí se criaron varios de sus nietos como “Poncho”, Emilianito y Fabio, era un caserío en donde también vivía toda la familia. La Vieja Sara fue la hija mayor de Santa Salas Perea y Francisco Baquero, uno de los tres hermanos que fueron fusilados por las tropas en la guerra de los Mil Días, acusados de haber asesinado a un General en el entonces Municipio de Robles (La Paz).
Se recuerda a la vieja Sara, porque a partir de esta semana comienza el Festival Vallenato y no podría pasar desapercibido este momento histórico del folclor vallenato, porque fue Sara María Baquero Salas ((9 de agosto 1892 -17 de junio 1975) la mujer que parió a dos de los más grandes músicos y compositores del folclor vallenato: Emiliano Zuleta Baquero y Antonio “Toño” Salas Araujo (hijos de Cristóbal Zuleta y Rafael Araujo, respectivamente). Sara Baquero fue una de las precursoras de la música vallenata, cantautora y verseadora. Fue altanera y esplendorosa y logró tener al mismo tiempo la pobreza rodeándola y la riqueza alrededor. Encarna la vena musical de la dinastía Salas Baquero. Nunca fue a la escuela y vivió sin saber leer ni escribir.
Tuvo un romance con Cristóbal Zuleta Bermúdez, cuando apenas cumplía 19 años y nació Emiliano Zuleta Baquero (11 enero 1912 – 30 octubre 2005). Cuando Emiliano tenía seis años, conoció a Rafael Araujo con quien tuvo nueve hijos. De ellos viven Matilde, María y Carlos. Sus once hijos crecieron en El Plan, en medio de incomodidades, de falta de agua potable, energía eléctrica, medicina, médicos y artículos alimenticios.
Le encantaba ponerse una falda (Pollera) que se moviera cuando caminaba, ceñida a la cintura y fruncida hacía abajo. Le gustaba que al caminar la falda se balanceara de un lado a otro y que la cadera se le contorneara. “Mi mamá vestía coqueta. No se ponía cualquier ripio”, añadió María.
Siempre hubo parrandas donde la vieja Sara. Ahí estuvieron Escalona, Poncho Cotes, Andrés Becerra, Emiliano, Rudecindo Daza, Cayetano Balcázar, Simón Salas, Juan Manuel Muegues, Leandro Díaz y Toño Salas.
“Todos iban a la casa de mi mamá”, recuerda Carlos Jeremías y precisa que las parrandas también se hacían con cantadores de décima. Cuando su hijo Emiliano aprendió a tocar acordeón, en un acordeón que le “robó” a su tío Francisco, también se forma como acordeonero y verseador “Toño” Salas Araujo. Empieza la era de los hermanos Emiliano y Toño.
Desde que la conoció, Rafael Escalona no dio un paso sin Sara Baquero y era el padrino de varios de sus hijos y de sus nietos. Entonces, surge Escalona con el apelativo ‘Vieja Sara’ al punto que Escalona llenaba de piropos y dadivas la casa de la vieja Sara, cada vez que iba a El Plan. Una mañana del 17 de junio de 1975, en pleno esplendor de felicidad, a la vieja Sara le dio mareo y llamó a su hija Rafaela para que le hiciera una salmuera. Su otra hija María estaba allí, sentada a su lado y la sobaba. De pronto se derrumbó, se le fue la vida, y surgió de su casa de barro un grito desgarrador que arropó las sabanas de El Plan. Hoy se le recuerda como una pieza importante dentro del folclor vallenato, la abuela de los Hermanos Zuleta. Hasta la próxima semana. tiochiro@hotmail.com @tiochiro.
Por: Aquilino Cotes Zuleta