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Juventud desorientada

Durante la presente semana EL PILÓN ha publicado dos temas que muestran que algo grave está pasando con la juventud. Inicialmente, explicamos los casos de Cutting, que si bien no es un problema nuevo a nivel mundial, apenas viene tomando fuerza en Valledupar, donde las autoridades de salud y educación trabajan en estrategias para frenar esta práctica que consiste en que los jóvenes se autolesionan con objetos filosos con el objetivo de llamar la atención.

La psicóloga de una de las instituciones educativas reveló que el problema no es solo en su plantel, y además reconoció que faltan más psicólogos en los colegios públicos de la ciudad para atender a los estudiantes en riesgo de caer en este flagelo o en la drogadicción, suicidio, bullying, pandillismo, etc.

El otro caso aterrador es el de las dos menores de 13 y 16 años, respectivamente, que murieron por la manipulación de un arma de fuego en el municipio de La Molina, sur de La Guajira. Los compañeros de clases de la mayor de las jóvenes revelaron que ella había manifestado hace algunos días que quería quitarse la vida.

¿Estamos escuchando a los jóvenes? ¿Estamos generando la confianza para que nos cuenten sus problemas? Son interrogantes que plantean los profesores de estas adolescentes, quienes coincidieron con la psicóloga de la capital del Cesar, al demandar más profesionales para la orientación de los estudiantes.

Nos atrevemos a hacer un llamado nacional, porque el problema es de Colombia, donde los jóvenes están tomando caminos trágicos. Algo está pasando y no se están tomando medidas eficaces. Las cifras así lo demuestran:

El último Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas en Población Escolar, concluyó que el 24,3 % de los estudiantes asegura haber fumado alguna vez en la vida y el 10 % mantiene el hábito en la actualidad. De estos, el 17,4 % tiene entre 16 y 18 años. Dos de cada tres menores declaró haber consumido una bebida alcohólica en el último mes. La edad del 13 % de ellos oscila entre los 13 y los 15 años; la del 20 %, entre los 11 y 12 y la del 58,16 % entre los 16 y los 18. Y esto solo en relación con las drogas legales. La investigación reveló que la marihuana es la sustancia más consumida por este grupo poblacional, con una cifra del 7 %, sobre todo en menores de undécimo grado, aunque el promedio de edad se establece en los 14 años. Por detrás está la cocaína con un 2,8 % y un promedio de edad de 15,7 años. El 1,8 % de los escolares ha probado los pegantes y solventes, y el 0,8 %, el éxtasis (con una edad promedio esta última de 15,4 años).

En 2017, la Policía Nacional aprehendió a 17.803 menores de edad por incurrir hurto, tráficos o porte de estupefacientes, porte de armas, lesiones personales y violencia intrafamiliar.

Los problemas de los jóvenes deben ser atendidos de forma integral, con medidas contundentes de la institucionalidad, pero sobre todo de las familias, que deben estar más pendientes de lo que hacen los menores. No basta saber qué hacen en casa o en el colegio, hay un escenario nuevo con innumerables amenazas y para el cual pocos están preparados para afrontar: las redes sociales.

Categories: Editorial
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