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¡Juntos por la inclusión!

La inclusión es una palabra que escuchamos con frecuencia, pero ¿realmente comprendemos su significado? No se trata solo de un término, sino de un compromiso  que exige un esfuerzo constante para reconocer y valorar lo que cada persona, desde sus capacidades y habilidades, puede aportar a la sociedad.

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas destaca la importancia de potenciar la inclusión social de todas las personas, sin importar su edad, sexo, raza, etnia, discapacidad, religión, origen o situación económica. Este objetivo busca garantizar que todos tengan las mismas oportunidades y recursos para participar en la vida social, cultural, económica y política.

Eventos como la Feria de Inclusión Laboral y Emprendimiento, organizada el 20 de septiembre por Comfacesar, en alianza junto a otras organizaciones, son ejemplos concretos de cómo llevar  este objetivo a la práctica. Estas iniciativas no solo sensibilizan a las empresas sobre la importancia de crear espacios inclusivos, sino que también fortalecen el tejido social al reconocer las habilidades de cada persona.

Durante la feria, tuve la oportunidad de preguntar a varias personas qué significa “inclusión” para ellas. Sus respuestas fueron claras: “Que me tengan en cuenta”, “Que reconozcan mi emprendimiento”, “Que valoren lo que hago”. Estas expresiones reflejan un deseo profundo de ser vistos y valorados, mostrando que todos anhelamos ser parte activa de la sociedad.

Más allá de las definiciones, es fundamental asumir la responsabilidad de disminuir las barreras que dificultan la participación. La pobreza, el género, la discapacidad y la situación migratoria son solo algunas de las limitaciones que enfrentan muchas personas. Como sociedad, debemos comprometernos a crear un entorno donde todos tengan acceso a las oportunidades que merecen.

En este sentido, la labor de organizaciones como la Asociación de Personas con Discapacidad (Asopedic), que apoyan a personas con discapacidad y a sus cuidadores, es admirable. Su dedicación actúa como un motor social, y es esencial que nos interesemos por conocerlas y apoyar su trabajo. Donar o colaborar puede ser un pequeño gesto con un gran impacto.

El sector empresarial también tiene un papel clave en este proceso. Las empresas deben entender que la inclusión no es solo una obligación legal, sino una oportunidad para enriquecer su cultura laboral. Un entorno inclusivo no solo beneficia a los empleados, sino que también impulsa  el crecimiento y la responsabilidad social.

En definitiva, la inclusión es un compromiso que debemos adoptar colectivamente en nuestras comunidades, en el entorno laboral y en nuestras interacciones diarias. Implica tratar a todos con dignidad y respeto, sin distinción alguna. Como dice Michelle Obama: “La verdadera medida de cualquier sociedad se ve en cómo trata a cada uno de sus miembros”. 

Por: Sara Montero Muleth

Categories: Columnista
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