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Juanes y Oppenheimer

 Por: Rodrigo López Barros

La otra noche tuve la oportunidad de observarlos y escucharlos a través del canal televisivo CNN. El periodista entrevistaba al artista cantante, quienes estaban acompañados en el programa por cuatro panelistas.

Discurrían acerca de los contenidos de los pensum educacionales, en general, si los actuales podían considerarse buenos, o regulares, o malos, correlativos a los distintos niveles del aprendizaje, escolaridad elemental, secundaria y universitaria.

Tales pensum, ¿se pueden reputar adecuados a las realidades contemporáneas?. Acaso, ¿se deberían modificar y de qué manera?.

La conversación parecía enfocarse,  y estar de acuerdo, en el sentido ante todo de que el conocimiento transmisible a los educandos debía fundarse en la enseñanza de las ciencias naturales y las exactas, consideradas generalmente como panaceas del desarrollo presente y futuro de la cultura del bienestar material de los pueblos (según se traslucía de la conversación), que es el bienestar a que más aspiran éstos.

El tema y sus secuencias apasionaban a los contertulios, cuando de pronto, aprovechando alguna coyuntura, a propósito, ni corto ni perezoso,  sino vivazmente, Juanes terció para afirmar que sin desconocer sino por el contrario alabándolos, todos los adelantos que tales ciencias y técnicas le han procurado al género humano, para él, palabras más palabras menos, el saber principal y más necesario, en todos los tiempos pero más específicamente en los que corren, es la práctica del amor, que se debe insistir en re-enseñar y profundizar, pues su contenido y peso especifico están generalmente muy ausentes de los diferentes quehaceres humanos, banalizado y confundido con simples inclinaciones sensuales.

Ya que el amor es algo mucho más serio y trascendental, de cuanto ordinariamente se le está tomando, acerca de cuyo valor los actuales padres de familia, docentes, colegios, universidades, políticos y gentes todas deberían apersonarse más, pues es evidente que su contenido en muchos casos está corriendo la misma suerte negativa que el abandono de los valores cívicos, morales y religiosos.

La humanidad suele dolerse de tantos males físicos y morales como la aquejan, y, sin embargo, vive de espaldas a la verdad del amor y se va detrás de otras pequeñas verdades solamente de tipo utilitario o placentero.

El amor posee poder pleno, superior a cualquier otra realidad, de la ciencia o de la tecnología, de la política, de lo económico, o social, o cultural; y más necesario aún que el conjunto de todos éstos, así estén de moda aquellos.

Por no advertirse esta realidad y verdad no encontramos soluciones a la problemática de las naciones, ni particularmente a los problemas de cada hombre. Sólo por el amor el hombre se vuelve capaz de descubrir la verdad de la vida, en todos sus aspectos, contemplar la belleza de la existencia, sea artística o natural, y de ser feliz, no sólo individualmente sino también en comunidad.

El amor es un valor muy real e indispensable al ser humano que es tan contradictorio, pues precisamente la eficacia del amor está en el comprender y darse al otro, e incluye no solamente a los amigos sino también a quienes disienten de nosotros, o no nos quieren bien, por tanto es pacificador. En la vida diaria es diariamente reconciliador. El amor junto con la de Dios, es la palabra más pronunciada en el mundo.

Mediando esta perspectiva, podemos apostar a que la realización plena del hombre, de su progreso científico y tecnológico, de su bienestar material y espiritual, pasa primeramente por las vivencias de ese valor esencial e insustituible.

Estoy convencido de que el material más frágil que existe en el mundo es el que conecta las relaciones humanas, las que solamente se preservan duraderamente mediante la comprensión y el amor.

rodrigolopezbarros@hotmail.com

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