Los guías paramilitares eran parte de la tropa y equipados como un soldado, por tanto, donde ponían el ojo, ponían la bala. Y con esa mala suerte de ser mirado contó Juan Henemías Daza Carrillo cuyo único delito fue haber pasado por aquel lugar donde estaban los hombres vestidos de camuflados.
El campesino de la etnia kankuama iba acompañado de sus dos hijos de 14 y 17 años de edad, y lo detuvieron en un puesto de control ubicado en la zona conocida como ‘La Pepa’, cerca del corregimiento de Atánquez, área rural de Valledupar.
Los soldados del pelotón ‘Trueno’ del Batallón de Artillería N° 2 La Popa, acompañados por los guías paramilitares Randys Torres y Freddy Oñate, vestidos con camuflado y pasamontaña, les ordenaron a los menores de edad que se marcharan.
Ellos se rehusaban a dejar solo a su padre, pero decidieron acatar la orden. Los menores de edad salieron corriendo hacia su madre para avisarle que su papá había sido retenido por el Ejército.
Mientras tanto Juan Henemías Daza quedó a merced de los militares y de los guías que lo señalaron de guerrillero; le pidieron la cédula y después un soldado le disparó por orden del entonces comandante de grupo, el teniente Carlos Andrés Lora Cabrales.
“Su esposa, al ser informada por sus hijos de la retención, se desplazó al lugar, acompañada por el abuelo de los jóvenes, tratando de conocer el paradero de Juan Henemías. Frente a sus reclamos los soldados le indicaron que Juan Henemías había escapado y le hicieron entrega de su cédula de ciudadanía”, reza un auto de la JEP.
Querían darle a entender a la mujer que Juan Henemías se había marchado sin que pudieran devolverle el documento. Pero la teoría no convenció a los familiares. “Fuimos donde estaba el comandante Carlos Andrés Lora, y nos dijo que era un guerrillero. Mi papá llevaba una mochila con dos limones, y dijeron que eran dos granadas”, recordó Abelardo Daza.
La familia tuvo que irse con el desconocimiento del paradero del campesino. Pero el sagaz teniente Carlos Andrés Lora sabía que no dejarían de cuestionarlo por el hecho y rápidamente coordinó con sus soldados la versión que entregaron.
“(…) [Y]o les dije [se refiere a sus subalternos] que nos organizáramos por equipos, que debíamos decir que estábamos organizados por equipos y que (…) nos encontrábamos en el sitio de los hechos, cosa que no fue así… [que] nos dividimos por escuadras… y la última escuadra (…) fue la que tuvo el enfrentamiento con una cuadrilla de las FARC y resultado de este enfrentamiento es que fue dado de baja Juan Henemías Daza Carrillo (Sic)”, dijo Lora Cabrales, en versión voluntaria el 7 de noviembre de 2019.
Así lo hizo. Presentó a Juan Henemías Daza Carrillo como un guerrillero dado de baja en medio de un combate con los uniformados. El resultado lo mostró a la opinión pública, su superior, el entonces teniente coronel Juan Carlos Figueroa Suárez, comandante del Batallón La Popa.
Este mediante un comunicado informó que el sujeto era conocido como alias Chon y se dedicaba a las actividades delincuenciales como asesinatos múltiples, extorsión, secuestros, robo de ganado, entre otras actividades ilegales.
Una versión que indignó a la familia de Juan Henemías Daza, quien se dedicaba a las labores del campo y el día de su muerte regresaba de la finca de su padre.
Paradójicamente la ejecución extrajudicial la cometieron la mañana del 6 de febrero del año 2004 en el marco de unos patrullajes de seguridad que tenían que prestar en la zona por la reunión ‘sobre derechos humanos en Atánquez’ que se desarrollaría entre el 6 y el 9 del mismo mes en el corregimiento.
Al encuentro asistió el gobernador del Cesar, Hernando Molina, y otros altos funcionarios, que escucharon las peticiones del pueblo kankuamo, sobre todo una en particular: la paz para el territorio ancestral.
La noticia del magno evento la registró el diario EL PILÓN el 9 de febrero de 2004. En esta los representantes legales de la familia Daza aprovecharon la oportunidad para denunciar el falso positivo que el Ejército realizó, pese a que los funcionarios se rehusaban a aceptarlo.
“Pondremos este caso en manos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos”, sentenció la abogada Jomary Ortegón Osorio, representante de la Corporación Colectivo de Abogados.
Años después la sociedad conoció de qué lado estaba la verdad: Juan Henemías Daza murió vilmente por un entramado criminal sistemático que persiguió a los pueblos indígenas, entre esos el kankuamo. “No podíamos hablar. Los apellidos Arias, Oñate, Daza éramos como los malos del pueblo, porque fuimos señalados”, aseveró Abelardo Daza, hijo de la víctima.
LOS INVOLUCRADOS
Durante la investigación que adelantó la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, el crimen del campesino fue reconocido por los militares Carlos Andrés Lora, César Augusto Mosquera, Luis Hernán Salgado, Augusto César Jiménez y Miguel Arrieta Fragozo.
De ellos, Carlos Lora pidió perdón a la familia Daza por el daño ocasionado. “Efectivamente, Juan Daza no era ningún guerrillero. Él venía de enseñarle a sus hijos el trabajo del campo”, aseguró en una audiencia de reconocimiento que hizo la JEP. El 18 de abril de 2008 el Juzgado Segundo Penal del Circuito de Valledupar condenó a Lora a 30 años de prisión y luego tras ser apelada la sentencia, el tribunal de esta misma ciudad la confirmó.
Después, Lora interpuso recurso extraordinario de casación y el 14 de septiembre de 2011 la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia lo inadmitió. Actualmente, el exteniente hace parte de la Jurisdicción Especial para la Paz.
Marllelys Salinas / EL PILÓN