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Juan Mario De la Espriella: En la ruta de los grandes acordeoneros

Por: Arminio Mestra Osorio
arminiodelcristo@hotmail.com
Especial para EL PILÓN


Esta semana fue el lanzamiento del nuevo trabajo discográfico de Silvestre Dangond y Juan Mario “Juancho” De la Espriella, El Cantinero. El profesor Arminio Mestra Osorio ha escrito de manera especial para EL PILÓN una semblanza de este joven acordeonero.

Juan Mario de la Espriella es un joven acordeonero de las nuevas generaciones que ha bebido del pasado musical del vallenato y
su ascenso en el folclor no ha sido gratuito sino producto de su talento y su compromiso. Él ha cumplido con ese proceso que debe tener todo músico que desee figurar en el universo de cajas, guacharacas y acordeones.

Su geografía musical es bastante interesante, ya que nace en Sincelejo (Sucre), tierra de compositores e interpretes de la música de la Región Caribe, además cuna del Porro. En este punto geográfico, donde no sólo se mantean toros bravos, sino que de allí han surgidos excelentes músicos, escritores, poetas y deportistas. Allí, empezó el artista a cultivar el toque del acordeón a la edad de 13 años, y en ese proceso su padre tiene también una responsabilidad directa ya que desde temprana edad lo relacionó con la  parranda, al lado de los Hermanos Poncho y Emiliano Zuleta, como también lo sentó muy cerca  de Luís Enrique Martínez Argote, para que oyera y compartiera las notas de ese extraordinario  acordeonero

Supo sortear su estancia en Bogotá, porque la capital también le abrió la ruta musical, y aquí en el frío de la sabana el toque de su acordeón no pasó inadvertido, todos los entendidos le auguraban un futuro promisorio por la forma de encarar el instrumento. Supo lo que era tocar en una Taberna, ir a una parranda en el Norte, Sur,  Occidente y hasta los confines de la urbe metropolitana. Quizás ni el mismo se imaginaba lo que el destino, la suerte, o llámelo usted como mejor le parezca, le estaba reservando para convertirlo en lo que es: el Acordeonero de las Multitudes.

También por una razón sencilla sabe exprimir al máximo el fuelle nostálgico, para darle paso a la imaginación y la creatividad, porque de igual forma, así como toca el paseo, el son, el merengue y la puya, sabe lo que significa ejecutar una tonalidad menor o mayor, ritmo que les cuesta trabajo a muchos reyes vallenatos.

Bucaramanga estuvo presente en su recorrido, aunque esta visita fue corta,   también es válida para su universo musical, tierra  llena de cantores, quizás  por las visitas cortas y de larga permanencia que hacen los guajiros, cordobeses, sabaneros, cesarenses y   magdalenenses. Ahora la frecuenta, cuando va de gira con el cantante y artista: Silvestre Dangond Corrales. No sin antes, recordar que sus corredurías son intensas y de largo kilometraje por el país y  fuera de él. Y como nos gustaría que algún día, aparte de ser acordeonero, pudiera  cantar y componer, para así rememorar: al gran: Alejo Durán, Juan Polo Valencia, Lorenzo Morales, el viejo Emiliano Zuleta Baquero, porque figuras como estas ya desaparecieron del folclor vallenato y se necesita retomar el aporte de aquellos estilos para que los jóvenes sigan engrandeciendo el folclor vallenato desde estos referentes.

Y llega a Valledupar, la tierra que lo acoge y lo bautiza con notas de  acordeón,  allí mismo, empieza una travesía musical para acercarse un poco más a esos ritmos que él sabía tocar, pero necesitaba el agua vallenata de esa pila bautismal, porque el que no la acepta puede quedar por fuera del reconocimiento interpretativo. Cuando me acerco a esta finita realidad se me viene a la mente: Julio de la Ossa, Alfredo Gutiérrez, Freddy Sierra, Alberto Jamaica, Julián Rojas, etc.

En ese trasegar, estuvo al lado del Sincelejano Miguel Cabrera con quien graba tres CD: “Pedacito de mi vida”,  “La mujer que tengo” “Miguel Cabrera el Vallenato”. Grabó cuatro CD con Peter Manjarrés. Y llega al momento célebre cuando le toca el acordeón al Cacique de la Junta: Diomedes Díaz Maestre en el trabajo titulado: “Pidiendo Vía”, como no recordar: “Otro adiós es Morirme”,” Cunde Cunde”,” Nada igual a ella”, “Pueda ser que no me extrañes”, “La mujer Mía”, “La veterana”, “Cuando no estas tú”, “Yo soy el enamorado”,”A mitad del camino”, “Las gemelas”, “Triste y confundido”.  Aquí en este trabajo demostró como era que tenía que tocarle el acordeón al mejore cantante vallenato de esa época, se requería  de un buen acordeonero y no quedó por fuera de esa exigencia que reclamaban los seguidores del Cacique de la Junta.

Pero su momento culminante es cuando hace pareja con  Silvestre, desde allí arranca su carrera exitosa y ésta no se ha detenido, porque el proceso que empieza en Sincelejo desde muy niño tenía que culminar de la forma como se está haciendo con profesionalismo y responsabilidad; superando todos los obstáculos que la vida cotidiana  le ha puesto y le sigue poniendo.

Concursó en el Festival como acordeonero profesional y no aconteció nada extraordinario quizás porque le faltaba mucho camino por recorrer.
Pero hoy en día ya cuenta con los requisitos para coronarse Rey de la leyenda Vallenata.

Juan Mario es una  persona humilde, con una condición humana digna de cualquier artista, que  sabe que vive de la aceptación de los oyentes, de sus seguidores y del público que asiste a sus conciertos: bien por Juancho y por Silvestre, por ser este último el cantante que rompió con todos los paradigmas en la música de Francisco el Hombre y por haber elegido con acierto el compañero  que tanto había buscado, para equilibrar la ecuación vallenata que tanto reclamaban las nuevas generaciones, ávidas de nuevas leyendas.

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