En los Panamericanos
El Tiempo
Jossimar Orlando Calvo Moreno, tenía siete años cuando se enteró por un compañero con el que entrenaba gimnasia en Cúcuta, del accidente en Bogotá en un entrenamiento de su amigo Jesús Romero, quien no pudo seguir caminando y quedó postrado en una silla de ruedas para el resto de su vida.
A pesar de esa dura, dolorosa y triste noticia, ese 12 de marzo del 2002 Calvo Moreno decidió seguir en la gimnasia, no abandonar el deporte de sus amores, una forma de honrar a Romero, su confidente y consejero.
Han pasado nueve años de ese momento angustioso. Hoy, Romero vive en Cúcuta, es abogado y trabaja con el municipio, mientras Jossimar es un gimnasta ganador. Jossimar Orlando recuerda mucho a Romero. Dice que fue duro saber la noticia, verlo en la silla de ruedas, pero advierte que siente orgullo, pues Jesús no se dejó derrotar por la adversidad, por el destino.
Romero ha influido mucho en Jossimar, un muchacho de 17 años, que en la general individual de la gimnasia, con 86.400 puntos, se ganó el oro, dejando en el segundo lugar a su ídolo y al mejor gimnasta que ha dado el país: Jorge Hugo Giraldo.
“Recibo muchos consejos de Jesús. Siempre ha sido mi amigo y me pegó muy duro cuando supe la noticia. No fue fácil asimilarlo, pero hoy lo veo con otros ojos, con la alegría de que superó su mal momento”, precisa Calvo Moreno.
Los comienzos en la gimnasia
Comenzó en la gimnasia porque una profesora de la Unidad Deportiva lo invitó a practicarla. “No me acuerdo cómo se llama, pero me llevó a hablar con el técnico Jairo Ruiz y ahí me quedé”, dijo.
Estaba listo para jugar fútbol. Se había inscrito para hacer parte de un equipo en Cúcuta, comenzar la lucha y en uno años más ganarse la vida dándole patadas a un balón, pero el camino se lo desviaron.
No recuerda cuándo fue su primer entrenamiento: “Hermano, tenía cinco años”, dijo. A sus padres Nora Moreno y Orlando Calvo no les disgustó la idea y lo apoyaron.
Alguna vez trató de desertar. Se sentía cansado por los duros entrenamiento y no volvió al gimnasio. “Eso fue como al año de comenzar las prácticas. No me acuerdo bien, pero dejé la gimnasia”, advirtió. Volvió porque sus amigos en el colegio y en el gimnasio lo convencieron.
Buen estudiante
El estudio nunca fue un impedimento para él. A pesar de sus viajes, de las largas jornadas de entrenamiento a las que se dedica, siempre le ha sacado tiempo para los libros.
Este año espera graduarse de bachiller en el Colegio Oriental número 26, en el que ha recibido todo el apoyo. Su jornada diaria comienza a las 6 de la mañana y termina a las 12 del medio día. Va a la casa, almuerza y a la una de la tarde está en el gimnasio, de donde sale a las 7 de la noche para hacer las tareas.
“Cuando tengo competencia en el colegio me ayudan. Presento los exámenes después y adelanto los cuadernos gracias al apoyo de mis compañeros”, señaló.
Y de su familia
No le gusta hablar de su familia. Parece parco cuando se le toca el tema. No se acuerda cuántos hermanastros tiene, “creo que como nueve”, dijo, evadiendo el tema.
Tal vez su momento de amnesia sea porque una hora antes había bajado del podio, donde recibió la medalla de oro por haber sido el mejor en el programa individual de la gimnasia, el primer metal dorado para un gimnasta colombiano en unos Juegos Panamericanos. Ojalá, nunca se le olvide esta victoria.