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Joselina, la que le ‘tocó’ el corazón a Alejo Durán

Historia del cancionero vallenato:

Por Juan Rincón Vanegas
juanrinconv@hotmail.com
Especial para EL PILÓN.

El silencio de la mañana fue interrumpido por la sonora carcajada de la mujer que siendo joven le puso a temblar el corazón al joven acordeonero Gilberto Alejandro Durán Diaz. Esa sonora carcajada fue como una campana para que los vecinos supieran que Joselina Daza tenía visita. Al dejar de medio sonreír, y luego de tomarse un sorbo de tinto, comienza a preguntar sobre el motivo de la llegada a su casa, ubicada calle 3A-48 de Patillal.
“Habla y te salvas”, fue lo primero que dijo, y al decirle que era para que se confesara sobre la canción que tiene su mismo nombre dijo: “eso de confesarme me sabe a cura, pero cuando el rio suena piedras lleva y la verdad es que ‘El negro’ Alejo se fajó con una bella canción, que me hizo demasiado famosa. La falla fue que yo no le paré bola, porque ya tenía novio y le era muy fiel”.

“Vea, por la verdad murió Cristo y Alejo Durán hizo una linda canción donde dijo que tenía el corazón sembrado en Patillal, que estaba enamorado solo, pero ni él, ni el acordeón, ni nadie hizo el milagro, porque yo estaba perdidamente enamorada de Hernán Mejía Castro, con quien tiempo después me casé y tuve un hijo de nombre Hugo Rodolfo Mejía Daza, conocido como ‘El pajarito’.
Tengo que decir que Hernán Mejía, no se puso celoso con la canción porque sabía que no lo iba a cambiar por otro. Eso fue así, de ese tamaño y quedó la historia de un amor imposible con el hombre que conocí en una parranda en la casa de Víctor Julio Hinojosa”.
En ese momento guardó silencio para darle paso a las lágrimas por el amigo que Dios lo tiene en su santo reino y que le brindó la amistad más sincera. “Víctor Julio, era único y todos los días lo recuerdo y siempre lloro por su partida”….

Detalles de la canción

Entrando en detalle sobre la canción manifestó que “como joven novelera fui a la casa de Víctor Julio Hinojosa, a ver tocar a Alejo Durán. Me tiró algunos piropos y hasta me prometió hacerme una canción. Me eché a reír y hasta ahí quedó todo. Tiempo después estando estudiando en el Liceo Colombia de Santa Marta, mi profesora Catalina Correa, me dijo que había escuchado en la emisora una canción con mi nombre. Entonces, recordé que debía ser de Alejo Durán. Mi sorpresa fue que me gustó, pero no había lugar a nada de nada”.

¿Después de grabada la canción habló con Alejo?

Claro, hablé con todo el respeto y le dije que la canción me había agradado, pero que no se me había revuelto nada y lo que no me gusta, no me lo como”.
Volvió a repetir la carcajada de la bienvenida y esta vez con mayor duración. Celebró sus frases hasta decir ya no más y entonces sorprendió cuando en su propia voz cantó la obra, grabada por Diomedes Díaz, entre otros cantantes, la misma que la inmortalizó estando en vida.

En el pueblo de Patillal, tengo el corazón sembrado
y no lo he podido arrancar, ay! tanto como he batallado.
Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón,
yo no sé lo que me pasa con mi pobre corazón.
Ay! oye Joselina Daza por que no me das tú amor.

No se vayan a extrañar, no les cause maravillas
si me voy pa’ Patillal en busca de Joselina.
Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón
yo no sé lo que te pasa con mi pobre corazón.
Ay! oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón.

Pobre Alejandro Durán dejó su tierra querida
y se va pa’ Patillal en busca de Joselina.
Las mujeres colombianas son hermosas, son muy lindas
Por eso es que Joselina se ha adueñado de mi alma.

Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón,
Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón
yo no sé lo que te pasa con mi pobre corazón.

La carcajada se volvió a repetir y seguidamente manifestó: “pa’ que vea que me la sé completa. Soy la dueña de la canción. Es mía, mía. Joselina Daza, es la chacha, es la reina, y la que a pesar del tiempo sigue firme y dando la hora exacta”.
Enseguida Joselina da una orden. “Escriba una cosa bien cierta, me dolió la muerte de Alejo Durán, quien me premió con una de sus canciones. Alejo, el Rey Vallenato, nunca morirá porque se hizo grande con su “Pedazo de acordeón”. Y no es como ahora que se vuelven es puro ‘firi firi’ y canciones que se mueren recién nacidas. También diga que el vallenato ahora es diferente a nuestra época y mire como me hicieron una canción a mí y todavía está sonando. Eso era una maravilla y no sé por qué ahora se les ha dado por componerle a cosas insignificantes y fuera de mera”.
Cambia de tema y continúa diciendo: “Ahora vivo con mis hermanos Hernán, Álvaro Darío y Balmiro, en la casa que nos dejó mi papá Julio Francisco Daza Hinojosa. Ah, me separé de Hernán Mejía porque bebía mucho, y pá qué tené esa lidia”.

Escuchando radio

Un día de Joselina Daza es grato, porque se la pasa acompañada de voces amigas que le entregan noticias y le alegran la vida con música. Es entonces cuando de su cuarto adornado con vejigas de colores y fotos de personajes de la vida nacional y mundial, sacó un radio pequeño que tiene adherida una calcomanía del ex gobernador Hernando Molina Araujo.
“Estoy feliz porque le pedí a las vírgenes y santos para que él saliera libre. Yo sabía que salía”. Esta vez para no perder la costumbre vuelve y repite la carcajada que se extiende con la brisa.
En el radio se escucha la voz de Isaac León Durán, dando las noticias del folclor y entonces Joselina dice: “en mi aparato solo suena Radio Guatapurí, la que me pone al día con todo. Desde que me levanto, hasta que me acuesto está prendido. Ese radio me ha salido bueno”.

Tira algo

Antes de terminar la entrevista a Joselina Daza, le trajeron una tasa de café desde la casa de su fallecida amiga Matilde Peralta. Vuelve a llorar al recordarla y recalcar que nunca le falla el café mañanero.
La mujer que no sabe de secretos, que no tiene pelos en la lengua, que no le tiene miedo a nada, ni a nadie, que no usa pintalabios, ni polvos para la cara y de vida feliz, a pesar de sus múltiples dificultades y dolencias del cuerpo, pide que le “tiren” algo para las pilas del radio y como premio indica que vuelve a cantar.
Su generosidad, su calidad humana, sus verdades y una que otra grosería repleta de carcajadas, logró que volviera a recordar aquella canción donde Alejo Durán, un día llegó a Patillal en busca de la mujer que se adueñó de su pobre corazón.

Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón
yo no sé lo que me pasa con mi pobre corazón.
Oye Joselina Daza por que no me das tú amor.

Categories: Crónica
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