“Se marchitó mi lirio rojo, pero fue culpa del verano, por eso estoy desconsolado, al ver que me dejó tan solo”. Esta canción, ‘Lirio rojo’, de la autoría del también desaparecido maestro Calixto Ochoa, era la favorita del médico José Enrique Mendiola Montero, un hombre, según quienes lo conocieron, quedará en la historia por sus dotes de templanza, rectitud y disciplina. En días pasados, al igual que aquel famoso lirio, su vida se marchitó dejando desconsolada no solo a su familia, sino a quienes lo vieron como un ejemplo a seguir. Deja un gran legado.
Al médico Mendiola lo sobreviven seis hijos: Carmen Consuelo, Gloria Mercedes, Carmen Eloísa, María del pilar, José Enrique y Néstor José. A su padre lo detallan como un hombre ejemplo para la sociedad, por todos sus aportes en el campo profesional, académico y su acerbo familiar.
“Mi padre era un hombre que siempre tenía una respuesta para todo y nos hacía leer la Urbanidad de Carreño. Para él la cultura estaba siempre primero y en eso era muy estricto. Le molestaba si no saludábamos a alguien, no toleraba que alguien se sentara en la mesa descamisado. Para él las personas debían tener protocolo para todo”, recordó Carmen Eloísa, una de sus hijas, hablando de se tomaba en serio la educación y el comportamiento social.
Quizás se piense que un hombre exigente y estricto estuvo siempre apegado a los reglamentos antiguos, lo que podía ser cierto por su compromiso con la formación, pero el médico José Enrique, no solo era disciplina pura, también era una persona capaz de sacar sonrisas con alguna ocurrencia, tenía la virtud de convertir momentos desagradables en algo gracioso; incluso hasta los regaños para sus hijos, siempre lo respetaron reconociendo en él hasta una elegancia a la hora de reprenderles.
Este reconocido hijo de la ensoñadora población de Atánquez en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, jamás olvidó sus raíces y siempre que tenía la posibilidad visitaba el corregimiento para compartir con sus amigos, reencontrase con la gente que lo respetaba y quería y trabajar en el campo, otra de sus pasiones.
SUS ESTUDIOS
Mendiola siempre se destacó por ser una persona aplicada, desde sus primeros estudios en la Escuela Industrial (hoy Instpecam) hasta culminar en el Colegio Nacional Loperena, donde fue el mejor de su promoción. Gracias a su dedicación y disciplina, el médico Mendiola Montero fue el primer estudiante que se graduó con honores en la primera promoción del Loperena en 1958. Esa noche, destacado por su calidad verbal, expresó el discurso de grado ante Álex Arango Villegas, para la época el ministro de Educación.
Luego integró el Colegio Miguel Antonio Caro, MAC. “Cuando él ingresa al Colegio Miguel Antonio Caro existía una norma, la cual consistía en que quien pasara por la institución y prestara el servicio militar podría escoger una carrera en la Universidad Nacional de Bogotá, es así como él escoge la carrera de Medicina”, relata Rodolfo Ortega, primo del galeno.
“Lo recuerdo como una persona muy lúcida, fino a la hora de tratar a las personas y coincido en que era un hombre muy letrado, pero con un temperamento templado que nunca le respondió mal a nadie”, agregó Ortega.