El profesor, poeta y columnista de EL PILÓN, José Atuesta Mindiola, es uno de los escritores de Valledupar, invitado por la Oficina de Cultura Municipal, para que presente su reciente libro ‘La voz vegetal del viento’ en el estand de la Alcaldía de Valledupar durante la versión II Feria del Libro de Valledupar, FELVA, en los días 6, 7, 8 y 9 de junio de 2024.
Atuesta ha publicado los libros: A los ojos de todos (1982), Dulce arena del Musengue (1991), Estación de los cuerpos (1996), Valledupar, desde la otra Orilla (2004), Décimas vallenatas (2006), Sabanas de Mariangola (2007), La décima es como el río (2008), Metáforas de los árboles (2010), Sonetos vallenatas (2011), El lápiz del caracol (2013), El patio del Origen (2016), Poética de la cultura vallenata (2018), Epifanía de la memoria (2020), y La voz vegetal del viento (2023). .
Fue ganador del primer concurso de poesía del departamento del Cesar (1986). Uno de los ganadores del Concurso Nacional “Descanse en paz la guerra”, convocado por la Casa de Poesía Silva, Bogotá (2003). Ganador del ‘III Concurso Mil Poemas por la Paz del Mundo’, Cali, Colombia (2021). Ha participado en dos Eventos Internacionales de Décimas, en Cuba (2009) y Perú (2012).
Atuesta ha sido incluido además en varias antologías, entre ellas: Antología poética de autores cesarenses, del Instituto de Cultura y Turismo del Cesar (1994). Poemas al padre en la poesía Colombiana, Editorial Panamericana (1997), Nuevas Voces de Fin de siglo en la poesía Colombiana, Epsilon Editores (1999), Revista Luna Nueva, Tuluá (2005), Encuentro de Hermandad de Décimas, Perú (2019).
UNO DE SUS POEMAS
El síndrome de tauromaquia
El toro se ahoga en el río
de su sangre,
enceguecido por el vértigo
de banderillas y de luces.
El torero, vanidoso de fantasía,
exhibe su cobarde acero.
La multitud festeja al victimario.
Triste paradoja:
nadie a favor de la víctima.
Para los bárbaros,
todavía la muerte es victoria
en las manos del torero.
CABALLOS EN EL VALLE DE LA JUGLARÍA
(soneto)
Este Valle de abundantes llanuras,
el verde adivinaba los caminos:
albergues de caballos solferinos,
negros, blancos y de otras cataduras.
Pedruscos de incisivas amarguras
para los pies de jóvenes equinos
que avanzaban con pasos saltarinos
hasta moldear sus pasos en finuras.
Numerosos jinetes presenciaron
aquellas sendas de caballería
que los golpes de piedras fatigaron.
Caballos de especial galantería,
orgullosos los abuelos cabalgaron
por este Valle de la juglaría.
COLORES DEL CAMINO VEGETAL
Un galope blanco cruza
el camino vegetal de la memoria.
El jinete regresa a la tierra del origen.
Un canto ancestral de primavera
cabalga sobre las ramas del viento.
Cuando el día abre sus ventanas
fluyen sinfonías iridiscentes.
Los árboles ofrendan su belleza,
en silencio lanzan sus colores
por los hilos de la luz.
Los espejos flotantes del río
atisban en la ribera
el desfile de los árboles.
De verde se abraza el viento
con la música del agua.
EL COLIBRÍ Y LA ROSA.
El colibrí no se detiene
en el ojo de la espina.
Nunca abre sus alas
a la piedra escondida
del relámpago.
Su pico no afila
el oscuro metal la venganza.
Siempre regresa
con los colores de su canto
a los labios de la rosa.