“Este Gramy Latino no es de ‘Poncho’ ni es mío, no es de Carmen Díaz ni del viejo Emiliano, este es de mi país, mi país colombiano”. Hemos recordado el aparte que antecede de la canción titulada ‘El Gramy’, de la autoría de ‘Emilianito’ Zuleta, porque una vez más Jorge Celedón se ha salido con la suya y es un motivo adicional para sentirnos orgullosos de la música vallenata, ya son cuatro los premios Gramy Latino que ha obtenido, la primera vez pudo ser una grata sorpresa, la segunda es la confirmación de que aquel no fue por suerte, con el tercero marcó definitivamente el territorio y nos notificó que ya es grande entre los grandes, pero el que acaba de obtener es prueba inequívoca de que el reinado de este villanuevero que brilla con luz propia ya es de otra dimensión.
Los villanueveros tienen justificadas razones para andar más contentos que viuda vieja con marido nuevo porque no solo son “Cuna de Acordeones” sino también, y de qué manera, “Cuna de los Gramy”. No es fácil que ya tenga entre gente cuyo ombligo fue sembrado en su bendito suelo cinco premios de esa categoría, porque bien vale decir que eso no se lo dan a nadie por su bonita cara, los mediocres dirán que “es de buenas”, pero los que saben dicen que ha hecho méritos para lograrlos.
Jorgito Celedón y Sergio Luis Rodríguez nos han demostrado que no se necesita fusionar nuestra música con champeta y otras locuras para ser escuchados, acogidos y respetados internacionalmente, cada vez escucha uno con más frecuencia a los loquitos afanados por notoriedad que cuando graban alguna cancioncita atontada, donde se oye todo menos las notas del acordeón y la marcación de la caja, dicen “estamos buscando un sonido más internacional”.
Paja, a otro perro con ese hueso, no podrán seguir acabando con el vallenato copiando mal ruidos que nada tienen que ver con la música más bonita de Colombia. El acordeonero, el guacharaquero y los cajeros tendrán que volver a ser más importantes que el meneíto, los calzones rotos y los alaridos en las tarimas.
Sin duda, más de uno debe estar arrepentido de dejar lo cierto por lo dudoso, el costeño es culturalmente acomplejado y siempre piensa que lo del otro es mejor que lo de él, y la música vallenata ha sido víctima de esa vaina, hay artistas que parecen aconsejados por sus enemigos, abandonan la interpretación de la música que los hace grandes, hasta reniegan de ella y es por eso que después les toca recular porque generalmente fracasan en el ensayo, repitiéndose la historia del aprendiz de brujo que ya creía que sabía más que el profesor, se puso solo a ensayar, armó mal el parapeto y la brujería se le vino encima.
Algunas agrupaciones ya abrieron los ojos como Kavras, Rafael Santos, Rafa Pérez con Hugo Carlos Granados y el mismo Peter Manjarrez parece que si entendieron la situación con recientes producciones discográficas bien vallenatas y muy poco para brincar que es lo que se escucha en la radio; Jorgito y Sergio Luis les han mostrado ya a todos cuál es el camino, para transitarlo todos son necesarios pero los que sigan buscando atajos no harán falta.
Por Luis Eduardo Acosta